miércoles, 8 de febrero de 2017

¡Que fallo!

Han llamado a la puerta y al abrir me he encontrado de frente con un embozado. Inmediatamente he gritado como una posesa: ¡¡¡Violadoooooooor. Violadoooooooooooooor!!! Y le he pegado un patadón donde más duele.

Como si se tratara de una obra de teatro bien ensayada, el resto de las vecinas de la escalera se asomaron a sus rellanos. - ¿Te ha hecho algo? ¿Qué te ha hecho? ¿Lo has matado? ¡Ahora bajo el cuchillo jamonero! ¡Huy como se entere mi Pedro ¡Lo capa en vivo!...

El guirirgay siguió durante un rato mientras el embozado lloraba y se revolcaba de dolor. Una de las vecinas dijo: Pónte como si fueras un cazador, con un pie encima de éste cerdo y te haré una foto chula. ¡Oye, enmarcadla y la pondremos en la entrada de la finca para que, quién tenga malas intenciones, sepa cómo las gastamos aquí!

Cuando los ánimos se calmaron un poco, llamé a los municipales. - Que venga Bedulio, si puede ser, porque tenemos confianza... - ¿Bedulio? ¿No ha llegado todavía? Pues hace un buen rato que se fue para llevarle las multas de éste mes de su abuela. - Bueno, pues debe estar al caer... - De repente me dió un vuelco el corazón - Acabo de tener... un mal presentimiento. - Cuando me agaché para destaparle la cara al violador, no me llegaba la camisa al cuerpo... ¡Era Bedulio!

En un abrir y cerrar de ojos no quedó nadie en la escalera. Todas las puertas se cerraron a la vez y yo quedé sola ante el enfurecido Municipal que me lanzaba miradas asesinas.

Conseguí, a duras penas, que entrara en casa. Lo ayudé a sentarse en el sofá de la salita y fui a por la botella de chinchón. A la vuelta cogí a Pascualita y la escondí en el escote. - No veas la que he armado jejejejeje...  ¿Te imaginas a Bedulio con voz de falsete? jejejejejeje... ¡Ay, no, no jijijijijijijijiji Me está atacando la risa... floja! jajajajajajajaja. 

Estaba recostado en el sofá, con ojos de borrego a medio degollar. Sorbiendo los mocos y lágrimas que seguían brotando. Sin decir nada (¡no podía!) puse la televisión para que se entretuviera un rato mientras el dolor menguaba ¡y salió Belen Esteban! Tuve que salir corriendo.

Desde la cocina oía la voz lastimera de Bedulio pidiendo que cambiara de canal.

Casi una hora después llamaron a la puerta. Eran dos municipales preguntando por él. Les invité a pasar a la salita porque no me imaginé la escena que nos encontramos. Dormía como un lirón, abrazado a la botella de chinchón mientras, en la pantalla seguían los gritos y aspavientos de una de las tías que más rendimiento le ha sacado a un polvo.

Los municipales hicieron fotos a su compañero mientras reían. - ¿Para qué son? - Para restregárselas por la cara a Don Perfecto cuando nos saque defectos. (y le señalaban a él) 

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