martes, 7 de febrero de 2017

Siempre salgo perdiendo.

Disfrutando de los rayos de sol de un día magnífico, no me entra en el mollera, aunque lo digan en la televisión, que mañana va a hacer frío. Pero frío de nieve. Ya sé que estamos en invierno pero ésto es ¡un cachondeo!

He puesto a Pascualita en un barreño con agua de mar a mi lado y no paraba de entrar y salir de él. Cada vez estaba más animada y yo cada vez más traspuesta. Debí quedarme dormida cuando, sin saber dónde me encontraba, me pareció ver que algo volaba. ¡Era Pascualita que caía en picado sobres las ramas del árbol de la calle! - ¡¿Dónde vas, atontada?! ¡No eres un pájaro! - Solo entonces me di cuenta de que la sirena no calculó bien el último salto, dado en el poco espacio que hay en el balcón y salió disparada a través de los barrotes camino de la aventura ¡Maldita Pascualita! Con lo bien que estaba yo haciendo la siesta.

Tuve que correr escaleras abajo para que nadie la pisara. Un gato me indicó la posición exacta de la caída. Allí estaba la sirena luchando por su vida ante un bicho que, creyéndola sardina, se relamía los bigotes pensando en la merienda que le esperaba. Lo que el gato no sabía es que Pascualita es una fiera corrupia, con una dentadura de tiburón que es un peligro público.

El gato estuvo a punto de partirla en dos con las uñas pero... cuando se quedó sin oreja corrió con el rabo entre las patas hasta perderse de vista. - ¡Suelta eso, cochina! (me revolvió el estómago ver a la sirena masticando el trozo de oreja) - ¿Con quién hablas, boba de Coria? - La Cotilla me miraba con expresión curiosa. - ¿Eso es una sardina? (preguntó) - ¿A usted se lo parece? - Diría que sí aunque tiene una pinta rara... - Porque es de Madagascar. - ¿Y cómo las harás? - ¿El qué? - Las sardinas... porque tendrás más de una, imagino... - ¡Claaaaaaaaaaaaaarooooooooo! - ¿Porque no las haces con pimientos? - Porque no tengo... ¿los paga usted?? - ¿Los pimientos? ¡Pero si no llego a fin de mes ni con el aumento de pensión!

No me quedó otra que ir al mercado a por sardinas, limpiarlas ¡puag! y pimientos. A la hora de comer se presentó con el señor Li que no cesó de preguntarme que por que no he hecho gambas gordas a la plancha - Son tannnnn buenaaaaasssssssssss - Porque no hay. - Si hay. - ¡Que no! - Yo vel en melcado. - Pues haber comprado (mi enfado iba creciendo) - ¡Oh, no, no, no! Como dice el leflán: ¡el que quiela peces, que se moje el culo! (¡Lo que sabe ésta gente!) - Ya has cabreado al chino, boba de Coria. Eres como Tramp: haciendo amigos.


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