Sonó el teléfono. Era la abuela quién llamaba y parecía muy excitada - "¡¡¡Abreeeeeeeeee, que no quiero que nadie me vea con esta pinta!!!" - ¿Estás detrás de la puerta? - "¡No. Vengo con el rolls y estoy a punto de llegar!" - Usa tu llave... - "¡¡¡Que abras te he dicho!!!"
Eso hice. Colocarme como un pasmarote en el rellano de la escalera, con la puerta de casa abierta de par en par, esperando a que llegara Su Señoría. El timbre del interfono me asustó. - ¿Quién eeeesss? - "¡No te he dicho que abrieras!"
Empezar el día con los nervios en tensión no es algo que me apetezca pero así ha sido... y todo ¿por qué?
La abuela venía hecha unos zorros. Como si se hubiera peleado con un gato furioso, o con Pascualita. Los pantis estaban agujereados. Un tacón de las botas de pirata, partido. La minifalda con la cremallera rota. El pelo daba pena... Y la cara... era un poema - ¿Quién te ha echo ésto? ¿Te han atracado? ¿No habrá sido Andresito? Ahora mismo llamo a Bedulio y pones una denuncia. - "¡Ahora mismo te callas y me dejas en paz! Voy a tomarme unos chinchones tranquilamente, a respirar hondo y relajarme" - Pero ¿qué ha pasado?
Me dejó con la palabra en la boca. Se repantingó en el sofá y poco después roncaba a pierna suelta. Ni siquiera se enteró cuando vino Bedulio ,al que yo no había llamado ¡palabrita del Niño Jesús!
- Dile a tu abuela que salga. - No está. - El rolls royce está abajo ¿no oyes los pitos de los demás coches? - Vale. Está pero duerme... ¿Qué pasa? - La han denunciado por pelearse. - ¿Denunciado? Pero si ha venido hecha un Cristo ¡quién tendría que denunciar es ella!
Bedulio me contó que la abuela y la Cotilla, a raíz de la pelea de padres en un partido de fútbol de críos, decidieron montar la Liga contra la Violencia de Padres Cabestros (la LVPC) y hoy era la primera reunión. Lo primero que han hecho ha sido brindar por la buena marcha de la LVPC con chinchón. Y han propuesto brindis, uno a uno, todos los miembros fundadores hasta que se acabaron la botella. Cuando empezaron la reunión propiamente dicha, estaban borrachos perdidos y alguien se enfadó porque solo habían traído una botella de chinchón. Tu abuela se ofendió y lo mandó a tomar viento, la Cotilla salió en su defensa y se le cayeron al suelo las carteras que había afanado ¡Y aquí ardió Troya!
Visto lo visto, no me quedó más remedio que exclamar - ¡Qué cruz tengo con la abuela!
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