lunes, 13 de marzo de 2017

Vienen los municipales.

Cuando ha caído la tarde he metido a Pascualita en el termo de los chinos, una mochila con ropa y me he ido a pedir asilo político a la Torre del Paseo Marítimo. Como iba de incógnito me he puesto las gafas de sol y en cuanto he llegado a la esquina he tropezado con ella. ¡Qué difícil esto del incógnito!

Pensé que me recibirían con los brazos abiertos y así ha sido, menos por parte de la sangre de mi sangre. La abuela me ha dicho que nones. - "¡Demuestra que eres una mujer y da la cara cuando vengan a detenerte en lugar de esconderte como una rata de alcantarilla!" -  Soy un daño colateral ¡No he hecho nada! ¡Ni siquiera estuve ingresada! - "Pero eres de la familia" (la voz de la abuela me sonó a la de el Padrino)

Lo único que conseguí a fuerza de insistir fue que me dieran de cenar - "Pero luego te largas" - Mujer, deja que la nena duerma aquí (el abuelito intercedió por mi) - "¿Y si viene la policía a buscarla? ¡que vergüenza que nuestros riquísimos vecinos lo vean!" - ¡No, abuela! Se morirán de envidia. Porque ahora, quién no hace el paseillo por la rambla de los Juzgados no es nadie socialmente, sobre todo quienes como vosotros tenéis un estatus. - La nena tiene razón. (dijo la Momia) Nos falta ese detalle para que nuestro pedigrí familiar se realce. ¡Si hasta la Infanta ha pasado! No podemos ser menos. - "Visto así..." (¡la abuela claudicaba!) - ¡Gracias, abuela! Me quedo. - "¡Ya te estás largando!"

Volví a casa con el rabo entre las piernas.  Unos minutos después llegó la Cotilla. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Cuando vayas a salir, avísame y vendré más temprano porque, a éstas horas ya se me ha ido el hambre (y sin esperar respuesta, se metió en la salita)

Puse a Pascualita sobre el frutero y le fui contando mis sinsabores con la abuela. La sirena me miraba como quien oye llover. - ¿No te interesa lo que digo? Aprende de mis tristes experiencias por si te encuentras con cosas así cuando vuelvas a tu hábitat.

Llamaron al timbre. Dos municipales, como dos Torres Gemelas y preguntaron por mi. Me salió un SI apenas perceptible y estiré los brazos hacia adelante para que me pusieran las esposas mientras le echaba una última mirada alrededor. - Tiene que acompañarnos ahora mismo ¡Su casa se quema! - ¡¡¡QUE!!! - Un humo negro salía de la salita donde la vecina montaba los altares para los Amigos de lo Ajeno - ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!

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