lunes, 24 de abril de 2017

La Fiesta del Libro

La Plaza Mayor era un hervidero de gente paseando entre puestos llenos de libros resplandecientes bajo el sol primaveral. Libros deseosos de pasar a manos de lectores y sentir el calor de unas manos  que miman las hojas escritas, las ideas impresas, la historia que trasladará a espacios, paisajes, aires, aromas, historias que le encogerán el corazón... o no, sin moverse del sofá. De repente, un niño grita - ¡Este es el libro que quiero! ¿Me lo compras, mamá, me lo compras?

Algunos puestos están abarrotados y la gente termina mirando mal a quien se recrea ojeando un libro tras otro, haciendo preguntas "eruditas" al pobre vendedor que, además de aguantar el calor también le aguanta a él.

Unos puestos tienen autores dispuestos a firmar, tímidamente algunos, "su libro" y digan: - Ponga: para Menganita... por favor. - Y cuando esa persona llega, el escritor pone cara de asombro como diciendo - ¡Me leen!

Otro lado, un dibujante de historietas, acompañado de unos perros que saltan sobre los montones de libros, persiguiéndose entre ladridos que solo su creador, escucha. Pero les deja hacer, al fin y al cabo, ellos le sacan de paseo.

Una mujer vocea la mercancía. Es la única. Está subida a una silla que no parece muy segura. - ¡Compren el último libro de un tal Cervantes y pónganse a la cola. En unos minutos el autor vendrá a firmar su obra! - La gente rie mientras la fotografían con los móviles. - Este año el Ayuntamiento se ha estirado ¡Ha puesto una cómica! (comenta alguien) - Me parece bien, rompe la monotonía de la concentración ante la elección y la compra de un libro. - Esto es gracias a la Ecotasa, sino no podrían pagarle. - Por lo menos vemos en qué se gastan esos dineros.

De repente la tranquilidad de la Plaza se rompe en pedazos. Unos guardias irrumpen desde la calle Sindicato. La gente se aparta. Las madres corren a coger a sus niños embobados con la Cuentacuentos. La Cotilla enmudece. Alguien le pregunta. - ¿Le falta mucho al Cervantes ese? Tengo que ir a ver el Madrid-Barça y a este paso se me echará la hora encima.

La Cotilla deja la mercancía sobre la mesa plegable de playa y sale por pies. Bedulio le hecha mano al cuello del jersey - ¡Quieta! Queda detenida. - ¡Bedulio! ¡dichosos los ojos, amigo mío! - Qué arte tiene la Cotilla haciéndose la loca. - Los libros quedan requisados (dice el Municipal, muy serio) - ¡No sabes cuánto te lo agradezco porque pesan un montón! - El futuro cliente le grita. - ¡Oiga! ¿qué hago yo sin el libro cuando venga Cervantes?

El abuelito me ha llamado para decirme que había recuperado sus libros. - Ha sido una operación impecable de los Municipales. (dijo satisfecho) - Me senté ante el televisor para dar una cabezadita, justo cuando los futbolistas iban a salir al campo. Entonces Pascualita metió los deditos en un enchufe porque las descargas le encantan... ¡Y se fue la luz! Cosa que los vecinos de la calle aprovecharon para relacionarse socialmente, de balcón a balcón: - ¿Tenéis luz? - ¡Es un sabotaje! - ¡La culpa es del Gobierno! - ¡¡¡Me cag...&%ÇÇÇ$$$$$$$$$... en todo lo que se menea!!! - Y salió el despistado - ¡Ha ganado Nadal!.

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