martes, 25 de abril de 2017

La visita.

Han llamado a la puerta de casa y al abrirla me he encontrado con un señor, al que no conocía de nada. - Usted perdone, señora... - Señorita, si no le importa (dije muy seria para dejar las cosas claras desde un principio) - No me importa. Por mí como si se la pica un pez. - ¿El qué? - Lo dejo a su elección.  - Es usted muy amable, caballero. -Señorito, si no le importa - ¿Cómo me va a importar? Nada más lejos de la realidad pero... a todo ésto ¿qué es lo que quiere? - ¿Me creerá si le digo que la luz que desprende su mirada me ha deslumbrado el cerebro y no puedo ver lo que está escrito en él? - No pienso creerle porque no quiero tomarme confianzas con un desconocido. - ¿Habla de mí? - Clarito y a la cara.

Nos miramos durante unos segundos, más que nada para evaluarnos. - Me llamo Fernando Fernán Gómez. - ¡No me diga! Retiro lo dicho. Fíjese, ya solo digo: Lo siento. - ¿Cuál es su nombre, señorita? - María de la O, que desgraciaíta, gitana tu eres teniéndolo tó. - Un apellido de rompe y rasga, sí señor. - Es que para tener un apellido que no tiene chicha ni limoná, mejor no tenerlo. - No puedo estar más de acuerdo. - ¿Tiene un biznieto? - No sabría qué hacer con él. - A mi abuela le encantan... ¿Hacemos uno o tiene usted prisa? - Un poco sí. Tengo que ir a la Plaza Mayor a esperar a Cervantes para que me firme un libro. - Pues aquí no es.

Al cerrar la puerta, la Cotilla salió de la salita. - ¿Quién era? - Fernando Fernán Gómez. - ¿Y qué quería? - La corona de Aragón. - Que cosas más raras pide la gente. Voy a por una mesa plegable a mi casa porque el Altar de los Amigos de lo Ajeno se me ha quedado pequeño. - Y las cárceles de España. - Los que os hacéis llamar "gente honrada" solo sabéis criticar a los corruptos pero, gracias a ellos, se frena el paro. La gente del ladrillo les debe mucho. ¿Cuántas cárceles habrá que hacer para tanto chorizo?

En cuanto acabe con el Altar, me voy a las calles por donde pasaron las procesiones de Semana Santa a rascar la cera que cayó en el asfalto. Ya he rascado tonelada y media. - ¡Que altruísta es usted, Cotilla! - Si eso quiere decir que lo hago por amor al arte, ¡que poco me conoces! - ¿Entonces... -   este trabajo cuesta 3.200 euros. Yo lo hago por la mitad y manualmente. Auténtica artesanía. Y la cera se recicla para hacer las velas del año que viene. - ¿Dónde guarda la cera? - ... Aquí, en el cuarto de tu abuela.- ¡¡¡COTILLAAAAAAAAAA!!!

Cuando pienso en lo cerca que he estado que tener un biznieto y he dejado pasar la ocasión, me daría de bofetadas. No se lo comentaré a la abuela porque, a parte de ponerme a parir, le dará un soponcio.... A lo lejos se oía la voz de la Cotilla. - ¡No te miento! Todo es tal como te lo cuento. - Y colgó. - ¿Quién era? - Tu abuela ¡Que cabreo ha cogido con lo del biznieto! - ¿Lo sabe? - ¡Claro! se lo he dicho yo. - ¡Cotilla! - ¿Qué? - ¡¡¡Es usted una Cotillaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!

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