viernes, 7 de abril de 2017

Revuelo en la calle.

Estábamos desayunando Pascualita, la abuela y yo, cuando el aire sonaron ruidos de frenazos y sirenas de la policía. Salimos en tropel al balcón para no perdernos detalle de lo que estuviera pasando.

La calle se llenó de gente en un abrir y cerrar de ojos y oí comentar a un policía: - ¿En España no trabaja nadie o es que somos muy cotillos? - El personal había acudido en busca de acción y de momento, no pasaba nada. - ¡Venga, que es para hoy! (gritó uno) - ¡Se me va a pasar el tiempo del bocadillo y aún no he tomado café! - ¿Dónde es el atraco, Jefe? - ¡Será una manifestación! - ¿Contra o a favor, de qué? - Si es de payeses tendría que haberme traído el carrito de la compra. Suelen  regalar algo. - Yo siempre llevo una bolsa grande, doblada, en el bolsillo. - ¡Que apañá es usted! - Es que soy jubilada y no llego a fin de mes. - ¡Mira, abuela. Es la Cotilla!

Los policías también la vieron y se le acercaron. Hubo un rato de conversación, forcejeos de los mirones que querían enterarse de lo que decían , cosa imposible porque hablaban a voces. - ¡Cállese, pasmao, que no me entero! - ¡¡¡Pues no grite, atontao!!! - ¡¿Qué dice la policía?! - ¡Que hoy es viernes! - ¡¡¡Que bien informados nos tienen. Viva la policía!!! - ¡¡¡Y los bomberos del calendario!!!
- ¡¿Van a venir? Ay, que ilusión!

Total, que nadie se enteró de nada. Finalmente la Cotilla subió a unos de los coches de la policía y salieron de allí zumbando. - ¡Debe tratarse de un crimen! - ¡¿Es que ha escuchado usted algo?! - ¡Me basta con mirarla a la cara! - ¡Ya salió el listo de turno! - ¡Oiga, sin ofender! - ¡Me voy, que tengo las lentejas al fuego! -

La reunión se deshizo tan deprisa como se había formado. Al balcón solo nos llegaron frases que cogimos al vuelo. Al final nos quedamos sin saber por qué se habían llevado a la Cotilla. - La habrá denunciado algún párroco (dije, yo) - "¿Por cuatro perras?... No creo.Tiene que ser algo más grave" - No le han puesto esposas. - "¡Es verdad! Los policías deben ser novatos y se habrán aturullado con tanta gente alrededor" - ¿Novatos por qué? - "Porque hay diez y nueve en la cárcel. Los corruptos han dejado a la plantilla en paños menores" - ¡¿Diez y nueve policías entre rejas?... ¿Estás segur... ¡¡¡Pascualitaaaaaaa!!! - La abuela cogió el broche donde solía ponerla ¡y no estaba! - "Se habrá caído al inclinarme sobre la barandilla del balcón" (una lágrima pugnó por salir de sus ojos)

Corrí escaleras abajo como una loca. Peiné la acera, palmo a palmo. El bordillo. El alcorque del árbol. Incluso me atreví, aunque con el corazón encogido, a mirar si había una mancha reciente en el asfalto, por si la había aplastado un coche... entonces oí la voz de la abuela. - "¡Está en el toldoooooo del vecinoooooo!"

Llamé a su puerta - Se me ha caído algo en tu toldo. Yo lo cogeré. - Entré, la cogí y me marché. La llevaba cogida por el pelo-alga para librarme de sus dentelladas.

Más tarde, sentadas en la salita, la Cotilla nos contó que esa mañana había visto cómo tiraban el cadáver de una mujer a un contenedor de basura. La impresión la dejó muda y cuando quiso reaccionar, el asesino había desaparecido. - Y llamé a la policía - ¿Por qué no a Bedulio? - Le tengo compasión. - ¿Y? - Les he llevado al lugar del suceso. - ¿Y? - Pues... eso. - ¡¡¡¿ESO?!!!

Llamaron al timbre. Era el vecino - ¡Me has roto el toldo! Está lleno de agujeros. - Tienes polillas y me las endosas a mi ¡Muy bonito, hombre! - Y le di con la puerta en las narices. - Al volver a la salita las dos amigas brindaban con chinchón. - ¡¡¡Un momento. No me he enterado de nada!!! - Bah... no tiene... importancia... Era un... maniquí. - Miré a la abuela a la que se le caían las lágrimas de aguantarse la risa. - ¡¿En serio?! ¡Pues vamos a brindar por ello! Ay, Cotilla, tendrá que ir al oculista jajajajajaja -

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