martes, 16 de mayo de 2017

Turistas "caseros"

Aún era noche cerrada cuando el timbre de la puerta ha sonado como un clarín, acompañado de la banda de tambores. Al principio no hice caso pensando que era un sueño pero cuando escuché jalear mi nombre desperté del todo ¡Me estaban dando una serenata en el descandillo de la escalera!

Nunca nadie me había rondado de una forma tan romántica ¡estaba entusiasmada! Salté de la cama y busqué una bata que no fuese la de buatiné del siglo pasado. Abrí el armario y no encontré nada que que ponerme para hacer babear a un hombre. Corrí a la habitación de la abuela y miré en su ropero. Había una especie de vestido de faralaes que enseñaba más que tapaba y me lo puse a toda prisa.

Corrí por el pasillo hasta que, junto a la puerta, paré en seco. No debía parecer ansiosa. Respiré hondo e intenté averiguar qué canción me dedicaban... ¿Las Mañanitas?... no. El ritmo era más movido, más enérgico. Un momento, me dije ¿quién es el hombre que me ronda? ¡No se me ocurría nadie!

Sin encender la luz, acerqué el ojo a la mirilla: había un montón de gente ¡Menudo mariachi! Mi pretendiente no había ahorrado en gastos... Miré de nuevo fijándome en las caras y quedé pasmada. ¡Eran mis vecinos! Y todo se desmoronó a mi alrededor: el clarín se convirtió en un timbre impertinente que alguien no dejaba de apretar. Y los tambores eran porrazos dados con rabia en la puerta. Mi nombre sonaba, eso era cierto, pero seguido de frases en las que se acordaban de toda mi familia y no con cariño precisamente.

Abrí y todos hablaron al mismo tiempo, a grito pelado. No entendí nada hasta que alguien gritó más fuerte. - ¿No quieres turistas? ¡Pues toma turistas! - Y a empujones metieron en mi casa a los turistas a los que la Cotilla alquiló unas habitaciones de la suya. - ¿Pero...? - ¡Se han meado en la escalera y vomitado en el ascensor! - ¡Gritan y ponen la música a tope! - ¡No tenemos porque aguantarlos y encima, gratis!

Cuando el último de los vecinos desaparecía camino de su piso, reaccioné. - ¡Yo no tengo nada que ver! ¡¡¡Son trapicheos de la Cotilla!!! - Pero seguro que también sacarás tajada. - Poca cosa, solo el 10%... (No tendría que haber dicho esto)

Ahora los turistas duermen en el suelo de la salita. Estaban tan asustados por lo que había pasado que, en cuando vieron el acuario, metieron la cabeza en el agua para despejarse. No me dio tiempo a decir ¡¡¡NO!!! cuando uno soltó un alarido y el otro por poco se ahoga.

A Pascualita no le gustó que invadieran su intimidad y atacó subiendo como una exhalación desde su cama de algas. A uno le mordió una oreja y al otro la naríz, de la que tiraba hacia abajo impidiéndole respirar. Tuve que tirar fuerte para que lo soltara. Después les di la botella de chinchón de la que dieron buena cuenta y no tardaron en caer redondos al suelo.

Me he quedado esperando a la Cotilla para ponerle las peras a cuartos en cuanto llegue. Y mientras me lamo las heridas de la desilusión.

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