domingo, 23 de julio de 2017

¡Está en el Hola!

Llamé al abuelito - ¡Ya sé dónde estuvo la abuela aquellos once días! - ¿En serio? ¡Dímelo, dímelo! - Te lo contaré cuando vengas a mi casa... Y no te olvides de las ensaimadas. - No le di opción a protestar y colgué el teléfono.

Soy de las que cree que el misterio debe mantenerse hasta el último instante, le da vidilla a la narración. Si se lo hubiese dicho sin más hubiese quedado soso y además, no desayunaría ensaimadas recién hechas.

No debo negar que Andresito traía cara de pocos amigos cuando llegó. - Toma las ensaimadas y dime dónde estuvo. - Primero desayunaremos, que las sorpresas vale más que nos pillen con la barriga llena. - ¡Pero...! -  Ni pero ni pera.

- Ya he terminado (la voz del abuelito sonaba áspera) Ahora, dime... - ¿No quieres una copita de chinchón? - El brillo de su mirada se apagó y el rostro se convirtió en una máscara inquietante. - Nenaaaaa... (dijo mientras con el dedo índice de la mano derecha hacía la imitación de rebanarme cuello)

Bastante enfadada porque no había podido lucir en mi papel de bella mujer misteriosa que habla en susurros mientras desgrana en el oído de su interlocutor la historia que ha venido a escuchar. - ¡Vale, vale! Pues eso, que la abuela estaba en Londres con su amiga Lisbeht ¡Hale, ya te lo he dicho, ansioso! - ¿Esa quién es? - ¿Quién va a ser? la que sale en los billetes de banco. - Pues habrá ido a su casa porque la tarjeta del banco no refleja gastos de hotel. - ¡Pues anda que no tiene habitaciones ella! Se quedaría allí - ¿Para qué? - Para tomar el té con pastas como tienen por costumbre. -

Media hora después, Andresito todavía no sabía de quién le estaba hablando. - ¡Ay, abuelito, que obtuso eres!  ¡Toma! mira las páginas 25, 27, 30, 37 y 38 del Hola de ésta semana y verás a la abuela junto a la Reina de Inglaterra y nuestros Reyes. - El abuelito quedó patidifuso

Superó el estado catatónico con unas copitas de chinchón y luego ojeó, ávido, la revista. - Pero... pero... ¿seguro qué está aquí? - ¡Claro! Ella lo dijo todo cuando habló en sueños. Fíjate bien y sigue buscando. - Lo dejé en la cocina pasando, una por una, las páginas del Hola y fui a darle unos sorbitos de té y ensaimada a Pascualita que los recibió alborozada pero sin pasarse. Hay que ver lo rápido que aprende éste bicho las costumbres victorianas.

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