martes, 18 de julio de 2017

La abuela se envuelve en el misterio.

Llevamos once días sin noticias, ni de la abuela ni de  Pascualita. Bedulio ya no sabe qué decirnos. - Es como si se la hubiese tragado la tierra (se le nota pesaroso y baja la cabeza para que no veamos el desconcierto que asoma a sus ojos) La isla no es tan grande... tiene que aparecer. - Espero que la encuentres viva, de lo contrario habrá otro espíritu vagando por mi casa y sabes que la abuela tiene malas pulgas.

Se queda blanco como la pared en cuanto le nombro los espíritus. Me encanta asustarlo, además así me entretengo y olvido mi preocupación por la suerte que hayan podido correr tanto la abuela como la sirena... Ella es la que más me preocupa. Si, por casualidad, hubiese caído en manos del señor Li... ¡uf! no quiero ni pensarlo, con lo que le gustan las gambas goldas, como dice él.

Suena el teléfono. Es Bedulio. - ¿Está tu abuelito en casa? - Están los dos. - Pensé que se había cortado la comunicación pero no... - ¿No me digas... que ya está ahí...? - Ultimamente, sí. - ¿Tu abuela? - Mi primer abuelito. - ¡Déjate ya de sandeces! ¡La hemos encontrado!

Andresito había ido a por el periódico y volvió a casa corriendo. Yo preparé la botella de chinchón, hielo y unas cuantas copas. Seguro que la abuela vendría sedienta. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! Hombre que detalle por tu parte, boba de Coria. Con éste calor se agradece un chinchón on the rock pero, ya que estabas, podrías haberlo preparado y no tendría que hacerlo yo. - De nada, Cotilla.

Bedulio vino acompañado de su Jefe y otros municipales más. Nos sentamos en el comedor donde el acuario vacío me dejaba un sentimiento de añoranza. - ¿Y la abuela? (pregunté) - Está localizada, y pensamos que, tal vez, les gustaría encontrarse con ella allí. - ¿Dónde es allí? - En el hotel... - ¡Bedulio, por Dios, habla seguido o nos dará un infarto, sobre todo al abuelito y ya sabes lo que pasará luego: saldrá en tus sueños. - El Municipal se levantó de un salto. - ¡Vamos!

La abuela ha vuelto a la Torre del Paseo Marítimo. Está igual que cuando desapareció. Pascualita ha engordado un poco más y tiene que llevarla en plan broche porque ya no cabe en el termo de los chinos.

Por más que se le ha preguntado a la abuela qué hacía en el Hotel Formentor, en la punta más lejana de la isla, ha contestado que: nada. - Podrías haber avisado que te ibas unos días... (Andresito estaba más relajado pero, como a todos, le picaba la curiosidad) - Finalmente decidimos dejarla en paz y ya contaría su desaparición cuando su cerebro se aclarara.

Por le pasillo, camino al ascensor, dijo: "Agatha Kristy desapareció once días y apareció en un hotel. ¿Por qué voy a ser yo menos que ella? Y esto es todo cuanto voy a decir" - Cosas de la abuela. 

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