jueves, 31 de agosto de 2017

Croquetas.

¡Voy a hacer croquetas! ¡Yo solita! Algún día tenía que empezar porque la abuela me pone pegas cuando le digo que me haga - "¡Aprende de una vez! ¿No sabes que a los hombres se les conquista por el estómago, boba de Coria?" - Dáme la receta, por lo menos. - "Se la pides a Pascualita. Ella sabe hacerlas porque se lo he explicado varias veces y además me ha visto hacerlas, no como tu que prefieres ver a la Esteban"

La cosa quedó así porque la abuela dio la conversación por zanjada... ¿Cómo voy a preguntarle a un bicho con piel de ahogado, que tiene cola de pez, una mala uva peligrosa y unos pelo-algas en lo alto de la cabeza donde, se supone que debajo hay un cerebro (lo que es mucho suponer) ¡No puedo rebajarme ante tal especímen y decirle: Pascualita, ¿me enseñas a hacer croquetas? Voy a quedar a la altura de una alpargata porque yo pertenezco a la raza dominante mientras ella es una simple sardina mal hecha. La abuela no tiene conciencia de lo que me pide... ¿o sí?

No pienso rebajarme; me extrujaré la meninges y acabaré recordando... porque creo que, a veces las vi contándole a la sirena el procedimiento paso a paso. No puede ser tan difícil... Bueno, vamos a ver... me parece que pasaba algo con un pollo...

Al final tuve que recurrir a Pascualita ¡que rabia! - Dime por dónde empiezo, porfa. - La sirena subió a la superficie del acuario en cuanto le enseñé el pollo ¡Y se tiró a por él! Mordía y yo tiraba de ella para separarla, pero volvía a la carga y se llevaba otro pedacito de carne - ¡Para, que a éste paso no va a quedar nada y tengo que hacer c.r.o.q.u.e.t.a.s.!

La mirada de sus ojos saltones se clavó en mi ¿Me había entendido la fiera corrupia? . Se lo repetí por si acaso. - C-r-o-q-u-e-t-a... croquetaaaa... croooo-queeeee-taaaaaa... ¿Qué hago con el pollo? - Pascualita saltó de nuevo sobre el pollo y se llevó un buen pedacito al estómago.... ¿Me lo como? ¿ñam... ñam...? Si me lo como ahora, no tendré carne para hacer las croquetas... Creo que no dice esto. - Pascualita saltó una y otra vez en el agua. - ¡Para ya!... ¿qué la meta en agua? ¿Le doy un baño?... ¡Ah, si! Meto el pollo en remojo para que se ablande.

Pascualita saltó al aparador y desde allí encendió y apagó la luz varias veces. - ¿Y ahora qué?¿enciendo... algo?... hummmm... ¿el fuego? Será eso. Cuando lo encendí, la sirena pareció relajarse. - Que mal se explica este bicho.

Había llenado la olla de agua hasta arriba, después me senté en la salita a ver la etapa de la Vuelta ciclista a España y me quedé dormida frente al televisor. Hace un ratito sonó el timbre de la puerta. Al abrirla, muerta de sueño, apareció ante mi un bombero de calendario. - ¡Dios existe! (exclamé babeando) - ¿Dónde está el fuego, señora? - Y me puse a cantar: - Tan dentro de miiiiiiiiiii, conservo el calooooooooor que me hace sentiiiiiiiiiir... - Pascualita, avergonzada (ahora lo sé) se escondió en el barco hundido, en el fondo del acuario.

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