miércoles, 30 de agosto de 2017

Mala uva.



Nunca tendría que haber llamado a la abuela para contarle lo de la habitación nueva. Me puso de borracha para arriba. - "¡Si no sabes beber, no malgastes el chinchón, jodía!" - ¿Pero hay una habitación secreta o no? - "¿Te estás entrenando para ser más tonta? Te advierto que compites contra ti misma, campeona mundial."· - No te vayas por las ramas. Me basta un sí o un no. - "Noooooooooooooo." - Entonces ¿quién sacó las zapatillas fuera del cuarto? - "Serán de la vecina. Decidirían colgar un cuadro y al clavar la alcayata se les fue la mano, rompieron la pared, un poquito más, un poquito más y han acabado entrando en tu casa" - ¡Eso es absurdo, abuela! - "Y lo que tu cuentas ¿no lo es?"

Dejamos la discusión porque me entró sueño pero, al meterme en la cama, me desvelé. No podía quitarme el cuarto misterioso de la cabeza. Me levanté a por un vaso de agua. Había buena luna y no me hizo falta encender la luz de la cocina... sin embargo el resplandor verdoso no me cuadraba con el blanco lunar. Miré a Pepe. La cabeza jivarizada emitía una luz verde desde los cuencas, vacías y cerradas de sus ojos. -

De repente no me sentí cómoda en la cocina y reculé hasta el comedor, sin perder de vista a Pepe. En aquel momento el dedo helado de la muerte recorrió mi espalda y di tal respingo que me colgué de la
lámpara. Y grité. Grité. GRITEEEEEEEEEEE...

La cortina del balcón se movió mecida por un viento... que no soplaba. Y una figura espectral salió de ella. - El alarido que di se oyó hasta dos barrios más allá del mío.  Los perros del vecindario, asustados, ladraban enloquecidos mientras yo corría dando vueltas al rededor de la mesa del comedor sin saber de qué o de quién, huía.

Quería escapar de aquella casa embrujada o de mi pesadilla, porque esto no podía ser otra cosa que una terrible pesadilla. Vi la puerta abierta y entré. Solo, al quedar a oscuras, me di cuenta de que estaba en el cuarto "nuevo". Quise seguir gritando pero me había quedado afónica.

Algo reptaba por mi espalda. Metí la mano bajo mi camisón y toqué algo vivo y helado... ¡Pascualita! Por fin algo real a lo que aferrarme para no perder la cordura. La sirena estaba muy enfadada y tuve que cogerla por la cola para evitar sus dientes y los escupitajos envenenados... Pasó el tiempo...

Me desperté, acurrucada contra el aparador  del comedor. Pascualita se había dormido... Oí risas sofocadas. Miré en torno mio. La puerta de la nueva habitación estaba abierta y me estremecí. - ¡Ya no se puede ser más tontaaaaaaaaaa! jijijijijijiji (¿Cotilla?) - "¡Anda que no!" jijijijijijiji" - (¿Abuela?)

De repente, la habitación nueva se convirtió en un armario pequeño - ¿Al final, te lo quedas o no? - "No, Cotilla, pero ha sido muy divertido tenerlo éstos días." - Entonces lo comprendí todo. Las dos amigas me habían gastado una broma pesada y se lo estaban pasando en grande ¡Que jodías!

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