martes, 10 de octubre de 2017

El peluche.

A la hora de desayunar ahora somos cuatro: Pepe, Pascualita, Orni y yo. Reconozco que, salvo Pepe y yo, los otros dos están muy mal educados. Pascualita sigue poniendo la mesa perdida de cola cao y Orni hace lo propio en el suelo porque le pongo una palangana con magdalenas del contenedor del súper ,con leche y más que comerlo, se reboza en él.

Me está saliendo por un pico este desayuno porque, constantemente, tengo que añadirle leche a medida que las magdalenas, más secas que la pata de Perico, se hidratan con ella, engordando a ojos vista.

Bedulio ha traído unas multas para la abuela. - Cómo se nota que es rica. Creo que los municipales quieren hacerle una fiesta homenaje por tener el record de multas del año. - Estará muy contenta cuando se lo diga. Le encanta ser la guinda del pastel

De pronto, el cuerpo de Bedulio quedó tieso como una vara. Solo sus ojos delataban que era humano. Unos ojos que giraban en sus órbitas siguiendo los pasos de Orni que se acercaba husmeándolo todo, hasta la puerta de entrada. - Es, solo, un peluche... - -Se... mueve mucho... - Va con pilas. - Está parcheado... ¿de dónde lo has sacado? - Lo trajo la Cotilla de sus trapicheos. - ¡Tíralo que tendrá pulgas! - Poco a poco, Bedulio recuperó el movimiento. - Me voy... No me gusta éste "bicho" -

En ese momento se abrió la puerta del ascensor. Era la Cotilla. Bedulio no perdió la oportunidad de satisfacer su curiosidad de policía. - ¿Dónde encontró "eso"? - Ella siguió el dedo del policía que señalaba al pequeño monstruo que tanto la asustó el otro día. - ¡¡¡Todavía está aquí? ¡Tíralo al water! - Bedulio dió un brinco - ¿Por qué arma tanto escándalo? - Porque es tonta. Se asusta de un simple animalito. - ¡¡¡¿No has dicho que era un peluche?!!! - Puede que lo haya... dicho...

Palideció. - ¿Es... tu... abuelito? - ¡No digas tonterías, hombre ¿Cómo va a serlo?. - Los vecinos salieron a la escalera. - ¡Con vuestras voces no se oye la novela! - ¡Perdón, señora Duquesa de Ca La Pardala! (el tonillo no le gustó nada) - ¡¡¡Como baje te avío, bruja!!! - ¡Cuidado que no te mande mal de ojo! - ¡Que se atreva!

Llegó la abuela. - "¡Mirad que traigo! ¡Los billetes de avión!" - ¿Para mi, abuelita? - "Que más quisieras! Andresito y yo nos vamos a Egipto a descubrirnos mútuamente" - ¿No os habéis descubierto ya? - "Pues nos daremos, nuevamente, por descubiertos... ¡Cómo somos ricos!... ¿Qué es ese bicho?" - ¡¡¡Un peluche!!! - gritaron los vecinos  y entraron en sus casas.

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