miércoles, 29 de noviembre de 2017

Pascualita busca el amor.

Pascualita nada, inquieta, arriba y abajo del acuario. Me parece que nos acercamos a una de sus crisis sexuales. ¡Oh, no! Nunca estoy preparada para algo así porque me resulta imposible encontrar sirenos. Incluso he ido a la tienda de los chinos a preguntar al señor Li si podría conseguirme uno. - En los mares de China, que son tan exóticos, tiene que haber. - En China, males no sel exóticos. Sel nolmales... Ya decil a mi tu abuela que tu sel más tonta que Abundio. - ¡Oiga! Pues no estoy diciendo nada raro ¿No ve películas americanas? Allí se dice que los China es un país exótico. - Exótico sel España. - Bueno, ¿me va a conseguir un sireno sí, o no?

Quedamos en que haría lo que pudiera. También recalcó que una cosa tan extraña no sería barata. - ¡Solo le pido una sardina con cuerpo de hombre!

Unos días después me llamó: - Yo tenel sileno. - Salí corriendo hacia la tienda. - ¡¿Dónde lo tiene?! - En caja. - ¿Sin agua? - Con agua caja lompelse... ¿tu no sabel? - Abrió la caja y efectivamente, allí había un sireno de tamaño parecido a Pascualita. - ¡No es de verdad! - Oh, sí. Tu milal. Y si dal cuelda, nada... ¿No gustal? - Quería un bicho vivo, no un juguete. - Si Li no encontlal bicho, es que no habel ¡Segulo!

Me quedé con el juguete y volví a casa. Lo metí en un recipiente de cristal, con agua y le di cuerda. - Un rato después, Pascualita se asomó al borde del acuario. El sireno nadaba bajo la atenta mirada de Pascualita. De repente la sirena dio un salto mortal y cayó sobre el muñeco.

El baile nupcial tenía muy poco romanticismo. Cuanto más se mordían los novios, más chispas salían. En este caso las chispas eran auténticas. Asustada, Pascualita volvió al acuario, después reaccionó y regresó junto al sireno. Y dio el primer mordisco. Al minuto siguiente estaban enzarzados en la pelea. Y del mismo modo que empezó, terminó. Entonces Pascualita, sujetando al muñeco, dio un gran salto y regresó al agua.

Se han escondido a disfrutar de su amor, dentro del barco hundido. Yo he cooperado echando un chorrito de chinchón al agua para que estén contentos. Llamé a la abuela y se lo conté. Por fin había encontrado un sireno que la hacía feliz. ¿Cuánto duraría ésto?... Cinco minutos después, unos tormillos salían disparados de las profundidades del barco hundido y varado en la arena del fondo,

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