lunes, 25 de diciembre de 2017

Cena de nochebuena...

La casa estaba engalanada con un montón de brillos, papelillos de colores, bolas de plástico, lazos, espumillón... La Cotilla trajo un saco lleno de adornos navideños. - ¡Se nota que estamos en Navidad, Cotilla! Hoy se ha estirado comprando todo ésto. - ¿Crees que me ha tocado el Gordo, boba de Coria? Esto estaba abandonado en una acera del barrio antiguo. - ¡Cotilla! ¿No me diga que en éstas fiestas de Paz y Amor, también ha robado?

La rabia le salía por los ojos y se encaró a la abuela - ¡¿De que inclusa sacaste a tu nieta que no le dieron ni un poquito de educación?! ¡Dice que he robado estos adornos! - "¿Lo has hecho?!" - ¡Nooooo! El saco estaba en la acera, apoyado en la pared y allí no había nadie. Dentro de la tienda si, pero en la calle, no. - "Siendo así... " - ¡Que cruz tienes con tu nieta!

La abuela estaba despampanante con un minivestido de lentejuelas, rojo pasión haciendo juego con sus labios. Las uñas, naranja. Las medias moradas con pequeñas luces led que daban brillo a las piernas y los tacones de vértigo. Se puso también una peineta cogida con muchas orquillas en el pelo verdemar. - Abuela, pareces un semáforo. (y salí corriendo) Se la veía contenta y con ganas de guerra. no así al abuelito, alicaído, ojeroso, arrastrando los pies y no levantando cabeza. Me miró con ojos de borrego al que no le gustan las Navidades por razones obvias y murmuró si apenas voz. - Esto se acaba, nena - ¿Quiéres más cava, abuelito? - ¡¡¡No mientes la soga en casa del ahorcado!!!

Geooorge iba impecablemente vestido de mayordomo inglés. - Da gusto verte, inglés (le dije, acercándome a él a paso de pantera. - You no tocar a mi... ¡no tocar! - Que soso. Tu te lo pierde.

Presidiendo la mesa estaba la Momia. Se la veía muy feliz con la nueva remesa de cubanitos culito- respingones que no paraban de reírle las gracias. Después de unas cuantas copas de chinchón, a la bisabuelastra se le subió el alcohol a la cabeza y se marcó una lambada muy subida de tono con los cubanitos que me dejó muerta de envidia.

Geooooorge nos sirvió la cena, compuesta por sopa, merluza y cordero. Todo fue bien hasta que la mujer de Blas el parado, dijo que el pescado le pedía clemencia. - ¡Mirad sus ojos! Piden a gritos ¡No me comas, desgraciada!. - Pascualita, que no perdía comba de lo que pasaba, estaba colocada en plan broche, prendido en el vestido de fiesta. Ella fue la única que entendió a la mujer de Blas y, sobretodo, al pescado. Saltó sobre la merluza y como un torbellino, la mordió y en un santiamén ¡se la comió! - ¡¿Qué ha sido eso?! gritó Bedulio. - Mi primer abuelito... ¡Lo siento!

Bedulio saltó por la ventana y cayó sobre el árbol de la calle. - Todos corrimos a ver si se había estrellado contra la acera pero, no, así que pasamos de aplaudirle y volvimos a la mesa donde la sirena estaba dando ya buena cuenta de una pierna de cordero con patatas.

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