viernes, 22 de diciembre de 2017

¡¡¡FUEGOOOO!!!

He llegado cargada con el carrito de la compra y al abrir la puerta ¡la casa estaba en llamas! - ¡¡¡SOCORROOOOOO, VECINAS.  HAY FUEGOOOOOOOOOO!!! ¡¡¡LLAMAD A LOS BOMBEROOOOOOOOS!!! - Una se asomó a la escalera y dijo, guasona. - ¿A los del calendario? - ¡No te reirás tanto  cuando te estés quemando el culo, mala pécora!

De repente me acordé de Pascualita. ¡Tenía que salvarla! Y sin pensarlo dos veces, entré en casa tapándome la boca con un pañuelo. Pero el humo ni molestaba, ni tapaba la visión y pude llegar hasta el acuario. Busqué el termo de los chinos en el cajón del aparador y sin respetar su siesta, cogí a la sirena por un bracito y salí de la hoguera a toda pastilla.

Con la mala baba que tiene éste bicho cuando la despiertan bruscamente, le faltó tiempo para morderme en el dedo índice de la mano derecha. El dolor del veneno que desprenden sus dientes me hizo gritar como una loca. Corrí por la casa dándome contra las paredes y llevando a Pascualita colgada del dedo. En un instante de lucidez, la arranqué, a ella y a un pedacito de carne, cuya herida me estuvo sangrando todo el santo día, mientras ella se relamía.

Me acordé del incendio cuando vi a los bomberos, manguera en ristre, entrando por el pasillo. - ¿Dónde está el fuego, señora? ¡Ostras, que dedo tan gordo! ¿Es de nacimiento? - (Me tenía contenta, el tío) ¡¡¡Búsquelo usted, que es el experto!!!. - Y salí para no estorbar.

Cinco minutos después se fueron - ¿Ya está? - Ya hemos hecho nuestro trabajo. Ahora le toca a usted
. - Y sonrió mostrándome el colmillo. - No me gustó esa actitud pero supe a qué se refería siguiendo sus pisadas: la salita estaba anegada. Televisor incluído. Allí habían usado la manguera ¡ya lo creo!

Esperé pacientemente la llegada de la Cotilla sentada junto a la puerta de la calle. Cuando se abrió, solo pudo decir: ¡Avemaa... ! - ¡¡¡COTILLAAAAAAA!!! ¡¡¡A LIMPIAR LA SALITAAAAAAA!!!

La abuela llegó poco después. - "¿Y éstas caras de funeral?" - La Cotilla ha querido quemar mi casa. - ¡No es verdad! He montado un altar para los Amigos de lo Ajeno y he puesto más velas por ser Navidad. - ¡He llamado a los bomberos! - Lo ha hecho porque quiere ligar a domicilio. - Porque estaban todas las velas encendidas y parecía un incendio. - Ahora quiere que yo límpie la salita ¡Que la límpie quien la ha ensuciado! - ¡Ha sido por su culpa!. - ¡Capitalista, explotadora!

- "¡¡¡BASTAAAAAAA!!! ¿No es ésta tu casa? Pues te toca. - ¡No es justo! - "¿Y ese dedo? ¿No le habrá pasado nada a... quién tu sabes? - La oreja-radar de la Cotilla creyó entenderlo todo. - Una nieta haciendo de alcahueta de su abuela ¡que vergüenza!. - La abuela, para distender el ambiente, propuso un juego. - "A ver quién se mete, antes y más adentro, el dedo en la nariz ¡La que pierda, paga!" - ¿Tiene o no tiene, mala idea la abuela?

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