lunes, 11 de diciembre de 2017

La abuela canta.

¡Que largo se me va a hacer éste mes con la tontería que ha cogido la abuela a cuenta del Espíritu Navideño! Ahora le ha dado por cantar villancicos a todas horas. Diréis que eso es algo que me afecta muy poco ya que no vive en casa. El problema lo tienen, si acaso,  Andresito, la Momia y Geooorge. Sin embargo a mi me llegan los ramalazos. Porque no canta a la buena de Dios sino en un coro, donde la han admitido porque su marido tiene el riñón forrado y los subvenciona.

Ahora canta en plan lírico. Y si los "gallos" que sueltan fueran reales, ya tendríamos resueltas las comidas de éstas fiestas.

Hoy ha entrado cantando a voz en grito. Con la boca abierta como un buzón de correos. Al verme se ha puesto muy digna y ha preguntado. - "A qué no sabes a quién estoy imitando" - He tenido que decir que no, claro. - "Que inculta eres. ¡A María Callas! Tengo su mismo timbre de voz... ¿A qué viene esa cara de incredulidad? ¡Tendrías que estar orgullosa de tu abuela!" - Si lo estoy... solo que ¿Por qué te ha dado por ir a un coro? - "Esta tarde lo verás cuando vengas al ensayo general" - ¿Qué quieres decir?... ¿Que tengo que venir a... escucharte? - "El apoyo familiar, en estos caso, es muy importante" - ¿No estás exagerando un poco? - "A las seis te espero en El Funeral" - Al Funeral ¿por qué? - "Es nuestro Local Social" - ¿Y cómo se llama el coro? - "Los amigos del Chinchón"

Pasaron a recogerme con el rolls royce, el abuelito y la bisabuelastra. Pero yo no iba sola, me acompañaba Pascualita, claro que disimulada en el broche prendido en la solapa del abrigo. Me lo había pedido la abuela, bajo pena de descuartizamiento si no la llevaba.

En la cafetería, mientras esperábamos que se hiciera la hora del ensayo, todo el mundo apuraba sus copas de chinchón y el barullo iba subiendo de volúmen. Después llegó el momento del carraspeo de los cantantes. Finalmente ocuparon sus sitios y el maestro cogió la batuta. - ¡¡¡El maestro está como un tren!!! (grité llevada por el entusiasmo) - Conchi, la amiga de la abuela, me confirmó lo que sospechaba. - ¿Creías que cantaba por amor al arte? ¡Estamos todas enamoradas de él! ¡30 añitos tiene el guayabo! Es un yogurín . ¿Quién se lo llevará al huerto? Se admiten apuestas y tu abuela tiene muchas opciones.

No tengo ni idea de cómo han cantado porque toda mi atención estaba centrada en el maestro y las miradas ardientes que le lanzaba la abuela. Y era evidente que él se dejaba querer.

Disimulando, le fui dando sorbitos a Pascualita para que se durmiera y no molestara a la concurrencia. Pero en lugar de eso, se fue poniendo cada vez más flamenca y le dio por moverse de un lado a otro. Cuando estaba a un tris de ser descubierta, la sirena dio un salto mortal con tres tirabuzones y cayó en la cabeza del maestro de música,

En un visto y no visto quedó mondo y lirondo. Sus gritos y aspavientos superaban en volumen a los gorgoritos del coro. La hermosa y cuidadísima melena había desaparecido, en su lugar quedaban cuatro mechones mal repartidos.

Tuve buen cuidado de meter a Pascualita en mi bolso sin que nadie sospechara de mi familia ni de mi. La consecuencia de todo aquel tinglado fue que se anuló el ensayo y quién sabe si también el concierto... hasta que al maestro de música le crezca el pelo.


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