miércoles, 6 de diciembre de 2017

Trabajo extra.

- "Nena, te he conseguido un trabajo" - Ya tengo. - "Es para que te saques un sobresueldo porque si tienes que invitar al Rey, te hará falta" - Te dije que iríamos al comedor social. - "A tu abuelito no le parece bien y a la Momia tampoco" - Pues no lo invito y ya está. - "No, no, no. Esta no es la solución. Están tan ilusionados... " - Pues que lo inviten ellos. - "Ni hablar. La cocina estará como una patena y no quiero ensuciarla." - Además, el Rey no vendrá solo. Serán cuatro... No puedo con este gasto. - "Por eso te he conseguido un trabajo extra, boba de Coria."

- "Tienes que hacer de Paje Real" - ¿Aún hay esas cosas? - "De toda la vida" - Me suena anacrónico... ¿También hay bufón real? - "Eso no lo sé. No recuerdo haber visto ninguno en los belenes..." - ¿Quién está hablando de belenes? - ¿Tú de qué hablas entonces...? - "Del Paje Real de los Reyes de Oriente."

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! - ¡Cotilla, tengo un trabajo para usted! - ¿Para cuándo? - Antes del día de Reyes. - No podré hacerlo porque tengo comprometidos todos los días desde Noche Buena. - ¡Caray! tiene la agenda completita. - Pues, sí. - ¿Qué tiene que hacer? - Visitar todas las iglesias y conventos de Palma. Esos días los cepillos reciben más dinero y alguien tiene que vaciarlos. - ¿Puedo venir a trabajar con usted? - ¡Ni de coña!

La abuela sacó el traje de Paje Real para que me lo probara. - No hace falta porque no voy a ir. - "¡Por encima de TU cadáver!" - jajajajajaja ¡Abuela, te has equivocado! Se dice MI cadáver. - "Te aseguro que NO me he equivocado, boba de Coria"

Un escalofrío me recorrió la espalda - ¿Me convertirías en... cadáver? - "Si no queda más remedio, sí. ¡Pónte el traje!" - A regañadientes lo hice. El caso es que me sentaba como un guante. - ¡Que chulo! Me lo pondré para la fiesta de El Funeral de Navidad. - "¡Ni fiestas, ni leches! Tienes que trabajar!"

Cuando me quedé sola me puse de nuevo el traje de Paje para contemplarme a mis anchas en el espejo del ropero. Y coloqué a Pascualita encima de la lamparita de noche del cuarto para que me diera su opinión. Que ya se sabe que ven más cuatro ojos que dos.

A la sirena el traje no le hizo ni fú, ni fá, pero sí la pluma de marabú del turbante. No perdía de vista
sus movimientos y, de repente ¡saltó sobre ella! La pluma se dobló bajo su peso y los dientes de tiburón de la medio sardina, quedaron a la altura de mi pecho ¡Y ahí mordió la jodía!

He pasado un mal rato de dolores, gritos y aspavientos, además de beberme una buena ración de chinchón pero, debo reconoce,r, que ahora el traje me sienta muchísimo mejor.

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