lunes, 19 de febrero de 2018

El verano está a la vuelta de la esquina.

La abuela ha venido cargada con una bolsa de deporte al hombro. - "He decidido hacer ejercicio porque el verano está a la vuelta de la esquina y tengo que quitarme los michelinitos de ésta Navidad." - ¿Y por estos rollitos vas a pasar penalidades? - "Son la excusa perfecta para hacer algo" - ¿Piensas correr una maratón? - "No. Voy a bailar ball de bot: jotas, boleros..." - ¿Y te vestirás de payesa? No te veo yo tan tapada. - "En esta vida todo evoluciona y los trajes regionales ¿por qué no tienen que hacerlo?" - Porque son regionales, abuela.

Nos sentamos a desayunar unas magdalenas que me quedaban de las que trajo la Cotilla en Navidad, del contenedor de basura del súper. - " Tendrás que hacer otra cafetera, nena, porque éstas magdalenas estaban sedientas. Se han bebido mi café."

La abuela me pidió que la acompañara a la Escuela de Baile. Me senté a esperar mientras ella se cambiaba de ropa. Y salió con unas mallas naranja fosfi, de arriba abajo, un pañuelo en la cabeza con una buena lazada sobre la frente. Y botas de caña con tacón. - ¿Estás segura que tienes que ir así? - "Me dijeron que me pusiera cómoda."

El maestro le preguntó si sabía bailar - "¡Claro! bailó con mi marido todas las noches en El Funeral" - Al replicarle que el ball de bot es diferente, ella dijo: - "¡Cómo no voy a saberlo si soy mallorquina, pardal!"

Pero no sabía. Y no dió pie con bola, así que el maestro la remitió a la clase de Inicio. Yo no quise entrar, bastante vergüenza había pasado ya y no me moví de la silla. Un rato después se abrió la puerta y la maestra, seguida de la abuela, se encaró con el maestro - ¡¿O ella, o yo?! - dijo señalándola.

Antes de salir por pies, se paró en la oficina a reclamar el dinero de la matrícula. El secretario se mostró reticente a devolvérselo. Entonces la abuela amenazó con quedarse. El dinero le fue devuelto enseguida.

Ni siquiera se cambió de ropa e iba dando el cante por la calle. - "Vamos a tomar un chocolate con ensaimadas. Va muy bien para las agujetas que tengo... ay, ay, ay..." - Nos tomamos dos tazas cada una, con sendas ensaimadas. Después llamó a Geoooorge. - "Ven a recogerme ipso facto" - Poco después, el rolls royce aparcaba delante de la chocolatería a pesar de la señal de prohibido.

La abuela entró en el coche y éste arrancó. - ¡Eh, espérame, inglés de las narices! - El auto se paró, la abuela sacó la cabeza por la ventanilla - "Nena, paga tú que yo no llevo un euro. ¡Hasta luegooooo!"
- ¡La madre que la parió!

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