viernes, 9 de febrero de 2018

La abuela se larga.

La abuela está enfadada con toda la familia. - "Me habéis tomado por loca ¡y no lo estoy!" - Andresito quiso quitar hierro al asunto. - Loca no, cariño. Tienes un desajuste mental. Como los bebes que cambian el día por la noche... Tú has cambiado el Invierno por el Verano. - "Y tú eres lo más tonto que ha parido madre, con permiso de mi nieta, que esa nos gana a todos"

Esta vez la bisabuelastra le dio la razón a su nuera. - Sí, me salió un poco atontao, piensa que era mi primer hijo. Por eso pensé tener otro pero... no vino. Bueno, tampoco mi marido estaba mucho por la labor. Y eso que yo era de lo más bonito que se paseaba por Palma pero, en en siglo XIX estaban muy de moda las queridas. Cuanto más rico, más queridas tenían los señorones. Y aunque él se creyera el más grande conquistador de la isla, erraba más que una escopeta de feria. Y no pudo ser. Se le acabó la pólvora muy pronto y como a falta de pan buenas son tortas, se tiró a la Religión... No en el sentido bíblico, espero, pero sí se aficionó mucho a los cantos gregorianos y a dejarse ver en la Catedral...

 - Y yo a los culitos respingones. Aunque no caté ninguno hasta enviudar. No por falta de ganas, sino por la rigidez de la educación recibida. Luego me he resarcido con creces ¿A que son monísimos mis cubanitos-culito-respingones?

Yo tenía una pregunta que hacerle a la bisabuelastra. - ¿Se han echo la cirujía plástica tus cubanitos? - ¡Nooooo! ¿por qué? - Creo que no se parecen a como eran cuando los trajiste por primera vez a la Torre del Paseo Marítimo. - ¡Claro, boba de Coria! jajajajajajaja ¡Son otros! Cada temporada los cambio. - Estuve a punto de escandalizarme. No lo hice por no quedar como un carcamal retrógrado y conservador.

La abuela dijo que lo que más le dolió fue que la dejáramos sin chinchón. Después levantó la cabeza y salió, majestuosa, en busca de un psicólogo que la ayudara a centrarse. Tres días después, Andresito me llamó, asustado. - Tu abuela ha desaparecido. Salió de tu casa y no he vuelto a saber nada de ella. ¿Está ahí? ¿Te ha llamado? ¿Sabes algo? - No a todo, abuelito... ¿Has llamado al psicólogo?

Un rato después, la voz ansiosa y temerosa de Andresito, volvía a ser confiada aunque con un punto de turbación. - Nena, me ha dicho Ricardo Montalban, que está con él. - ¡¿El Rey de las camas?! - Su nieto. Por lo visto también triunfa en las camas el jodido. ¿Va a volver a casa? (le he preguntado al fulano) - Dice que cuando pase el frío. - ¿Eso cuándo será? - No soy el Hombre del Tiempo, pibe... - ¿Qué hacíais ahora? - Tomar chinchón on the rocks? - ¡¿Con éste frío?! - Ninguna mujer tiene frío entre mis brazos, boludo. - Y colgó.

- Andresito, dubitativo, dijo: - ¿Qué ha querido decir, nena? - Que sus sábanas de franela son más gruesas que las vuestras. - Aaaah... ¿sábanas?... ¿Por qué habla de sábanas? - Anda, toma chinchón y te calentarás.

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