viernes, 2 de febrero de 2018

Lo digo con honestidad.

A mis "queridas" abuela y Cotilla, se les ha pegado la coletilla "lo digo con honestidad", frase que soltó la ministra Báñez porque ni ella se creía lo que estaba diciendo y así lo maquillaba, o eso creyó.

Y ahora quién va a pagar el pato, como siempre, soy yo. A media mañana ha llamado el abuelito pidiéndo asilo político-familiar. - ¿Seguís a vueltas con la equiparación de salarios? - No nos metamos en eso, nena... Huy, perdón, se me ha pegado la coletilla del Jefe. Es otra cosa. No aguanto a tu abuela. Esta mañana me ha preguntado si quería desayunar en la terraza, ¡con el frío que hace! y antes de que yo pudiera objetar algo, remachado con un: "Lo digo con honestidad".

- He dicho que, de terraza nada. - Me ha sonreído santamente y soltado. - Es para que se despejen las telarañas medievales que enturbian tu cerebro conservador y veas las cosas con claridad.  Lo digo con honestidad"

- Me ha sonado a cachondeo. Pero era muy temprano para discutir. A través de los cristales que dan a la Sierra de Tramuntana, he visto nieve en las montañas ¿cómo voy a desayunar fuera de casa? ... Para no tener un cisma, he preguntado: - ¿Quiéres decirme algo, cariño? - "Sí. E.S." - ¿E.S?... ¿Es? ... ¿Qué es eso? - "Equiparación Salarial" - ¡¿Otra vez con el temita?! - "Propónlo en tu partido, alma cándida!" - ¡No nos metamos en eso!

- Entonces tu abuela llamó al mayordomo: - "Geooooorge, a partir de ahora vas a servir tooooodas las comidas del señor, en la terraza que mira a la montaña para que tome el aire puro de la Sierra. Lo digo con honestidad." - ¿Crees que el inglés se inmutó? ¡Ni parpadeó! Y la obedeció ¡Y eso que quién le paga soy yo! Por eso te pido ayuda ¡tengo que salir de ésta casa de locos! - Y colgó el teléfono antes de que pudiera contestarle.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿qué hay para comer? - Una lata de fabada que ahora tendremos que compartir con Andresito. Creo que viene para quedarse un tiempo. - ¿Otra riña conyugal?

Mientras esperábamos su llegada nos tomamos unos chinchones para entonarnos y sacudir el frio invernal de las narices. Andresito llegó compungido. - Menos mal que te tengo a ti, nena. - ¡Y a mi! (saltó la Cotilla) ¿Has traído comida? - No... ¿No tenéis? - Como ésta (me señaló) no tiene E.S., está a dos velas. Lo digo con honestidad...- ¿A dónde vas tan deprisa, abuelito? - Le contestó el ¡¡¡PAM!!!  de la puerta de la calle al cerrarse. - Ya no hay que repartir nada, boba de Coria.

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