sábado, 17 de marzo de 2018

A destajo.

Ha salido el sol. Buen día para ir a la manifestación... sola. Así que cuando me ha llamado la abuela para decirme que pasaría a buscarme le he dicho que, probablemente, no iría. - "¿Por qué?" - Estoy rara... - "¡Eso va a ser la menopausia! Te lo dije: ¡espabila o me quedo sin bisnieto! ¡¡¡YA SE TE HA PASADO EL ARROZ, BOBA DE CORIA!!!"

- Que no es eso. Será cosa de la Primavera... - "Ahora mismo paso a recogerte. Te vienes a la manifestación, y allí tendrás para elegir padres para el bisnieto. ¡Y no me vengas con cuentos de si este no me gusta, éste tampoco! Este mes tiene que estar todo arreglado ¡¿ME HAS ENTENDIDO?!"

Ha sido tan clara y contundente que, a pesar de que hablábamos por teléfono, me he cuadrado y he echo el saludo militar. ¡Menudo genio tiene la señora!... Y el caso es que, ahora mismo, no estoy por la labor de ponerme a fabricar al bisnieto... Que perezaaaaaaaaaaaaaaa...

En la Plaza de España hemos encontrado a la Cotilla. - "¿Hace mucho que has llegado?" -  El tiempo de hacer tres carteras. - Esta mujer no tiene vergüenza (exclamé alarmada) - La plaza estaba llena de abuelos y abuelas bastante irritados contra los políticos y sus mentiras pero no se respiraba tensión. Alguien cogió un micrófono para anunciar que la manifestación no arrancaría hasta que no se fuesen los políticos que se habían acercado para hacerse la foto y colgarse la medalla.

La Cotilla, que iba y venía de un lado al otro, nos contó: - No sé si se habrá ido algún político pero he visto unos cuantos camuflados entre la gente. - No creo que se hayan quedado... (dije con suficiencia) - Pues le acabo de "limpiar" la cartera a uno. - ¡Abuela, esta mujer hará que nos metan en prisión. ¡Creerán que somos sus compinches!

Poco a poco, íbamos llegando hasta la Delegación del Gobierno. Llevábamos un paso lento y eso me permitió pararme a comprar un vestido monísimo que vi en un escaparate. La abuela me lo recriminó. - "No hemos venido a eso" - Así mato dos pájaros de un tiro. - "¡Que cruz tengo contigo!"

De repente, la abuela gritó y se escuchó, sobre el batir de tambores de la batucada, los cantos de las consignas políticas, el murmullo de las conversaciones de la gente, los pitidos de los silbatos..., el ¡¡¡PLAF!!! de un tortazo dado con la mano abierta en la cara de la Cotilla.

La manifestación se paró. Hubo un momento de desconcierto. - ¿Quién ha sido?... ¿Los antidisturbios? (gritó alguien) - ¡Que vaaaaaa! ... Tuve que salirme de la manifestación y entrar en una bocacalle cercana al Borne para reir a gusto.

La Cotilla, llevada por su afán recaudador, trabajaba a destajo sin mirar a quién estaba desvalijando y tuvo la mala suerte de intentar abrir ¡el bolso de la abuela! Y ésta no se anduvo con rodeos.

Ahora la Cotilla tiene una mejilla tan hinchada como si le hubiera mordido Pascualita y el amor propio por los suelos.

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