miércoles, 14 de marzo de 2018

Preparándonos para la manifestación de las Pensiones.

La abuela ha venido a buscarme para ir a correr juntas. Le he tocado la frente y no tenía fiebre. - "¿Qué haces, boba de Coria?" - ¿Has dicho que vamos a correr? - "El sábado es la manifestación a favor de unas Pensiones dignas y quiero estar en forma para aguantar en la calle el tiempo que haga falta" - ¿Y por qué tengo que ir yo? - "Porque tienes el porvenir muy negro" - ¿Yooooooo?  pero si soy la heredera de vuestro patrimonio jejejejejeje - "O vienes conmigo a correr o cambio el testamento" - Vale...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ya estáis listas? - ¿La Cotilla también viene? - Naturalmente. Y Blas el parado. - ¿Alguién más? (dije, molesta) - Bedulio. - ¡¿También?! - Claro. - Vamos a parecer la Corte de los Milagros... ¿Y Andresito? - NO. Se queda cuidando de su madre, la Momia. Además, es un potentado...  - ¡Vaya excusa! ¿Y los cubanitos culito-respingones? - También van a ir a la manifestación.

Antes de salir, la abuela se colgó del cuello el termo de los chinos donde Pascualita, escondida de miradas ajenas, debía ver todo cuanto ocurriera para saber qué hacer cuando volviera a su hábitat, en el hipotético caso de que los peces le montaran una huelga por las Pensiones marinas.

En la calle nos esperaban los cubanitos, Blas el parado, Bedulio y Geoooorge. Nos agrupamos en medio de la calle y empezamos a correr. Dos minutos después éramos lo más parecido a una procesión de Semana Santa, seguidos de una cola de coches pitando porque no les dejábamos pasar. Y en lugar de cantar saetas nos decían de todo.

A pesar del jaleo que arrastrábamos pude oír a la Cotilla y a Blas el parado, haciendo proyectos para el sábado. - ... pues ésta vez trabajaré las carteras. - Haces bien en decírmelo (dijo él) así yo iré por delante vendiendo croquetas y aún tendrán dinero para pagarme... - Quise protestarles pero estaba sin resuello... Poco a poco, todos me dejaron atrás...

En cuanto encontré una parada de autobús, me senté a coger aliento y aproveché para estrenar una de las dos botellas de chinchón que llevaba en la mochila... Me habían dicho que metiera agua pero pensé que el chinchón nos daría más energía. Después seguí corriendo con la ilusión de alcanzarles, sin embargo hacía ya rato que habían desaparecido de mi campo de visión...

Mucho después, a la vuelta, me recogieron de un banco en el que me había acostado a dormir la mona... aunque no recuerdo nada.
                                                                             

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