lunes, 12 de marzo de 2018

Un pescaíto.

Cabizbajos y pensativos, así estamos mientras desayunamos en familia. No hablamos porque no hay nada que decir. El horror nos ha dejado mudos. Ni siquiera la Cotilla, al entrar en casa, ha lanzado su saludo escandaloso al aire.

Pascualita nos mira, camuflada entre la fruta del frutero de la cocina. Parece asombrada ante el silencio. Debe ser la primera vez que ocurre esto desde que vive conmigo. Siempre hay gritos, discusiones y hoy... solo estupefacción, dolor, pena, rabia. No creo que, si la sirena supiera lo que ha pasado, pudiera comprenderlo. Los animales matan por un motivo justo...

Para defender su territorio, por ejemplo ¿Es eso lo que ha hecho la mujer que ha matado a un pequeño "pescaíto"? ¿Defender su territorio? es decir, ¿el amor de su compañero y no tener que compartirlo con el hijo de él? ... Y luego esa frialdad. Aguantando el tipo tantos días... - "¿No comes, nena?" - No me pasa, abuela...

La sirena busca su taza de cola cao. No está porque la Cotilla desayuna con nosotras. - Esta noche no he trapicheado... - "¿Y eso?" - No tenía cuerpo para discutir... Estoy pensando que podríamos hacerle un homenaje al niño. Metamos un pececillo en ese acuario lleno de algas que tenéis en el comedor. Le llamaremos Gabriel y así el acuario servirá para algo.

- No me parece una buena idea (dije) - ¿Por qué? - Porque es un sitio para plantas acuáticas solamente. - ¡Eso son tonterías! - "La nena tiene razón. Sabes que no me gusta dársela pero, si la tiene, la tiene."

El pobre pescadito no iba durar nada allí dentro y no estoy dispuesta a ver como Pascualita se lo come. Además, no sé que ha sido de las gambas gordas del señor Li. Se escondieron y no he vuelto a verlas, ni siquiera sus restos, ni una escama. Claro que las gambas no tienen escamas... Si mañana tengo mejor cuerpo, buscaré a esos bichos.

Para contentar a la Cotilla y que nos deje en paz con sus ideas locas, le he dicho: - Vale, vale, meteré un pescadito. - ¿De qué clase? - De los que nadan bajo el agua ¡Anda qué...! - Esta nieta tuya cada vez tiene peor carácter. Se nota que está envejeciendo... - ¡¡¡Cotilla!!!

Dibujé un pez como buenamente pude. Lo miré detenidamente... sí, podía pasar por pez. Lo pinté como a Nemo y lo pegué con celo en el cristal del acuario. La abuela se acercó con Pascualita en las manos. - "¿Qué es eso?" - Un pescaíto llamado Gabriel.

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