jueves, 12 de abril de 2018

¡Huy lo que ha dicho la Cotillaaaaa...!

- "Nena, esta noche me llevaré a Pascualita a El Funeral porque dan una fiesta en mi honor." - ¿Y qué culpa tiene ella? - "No te subas a la parra que te puedes caer de cabeza." - ¿A ver qué pinta una sirena en un sarao de la Tercera y Cuarta Edad... y si me apuras, de la Quinta Edad? - "Te libras del pescozón porque estás embarazada que si no, saldrías en el Telediario en el apartado de Sucesos"

Cada vez que la abuela me habla de embarazo me tiemblan las piernas. Y cada día que pasa lo llevo peor. Hoy, por ejemplo, me ha parecido ver a lo lejos, mi tumba... Tengo que armarme de valor y decirle que no hay embarazo que valga. Que ha sido una falsa alarma... aunque, por otra parte y viendo que me he librado del pescozón, tal vez me convenga esperar un poco más para destapar la mentira.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla se dirigió a su amiga. - Así que te montan un fiesta por ser la más vieja de El Funeral. - ¡Ostras! (pensé) aquí arderá Troya.

La cara de la abuela se endureció hasta parecer de mármol. De su boca salió un siseo de serpiente pitón - "Porque soy la socia más activa... vacaburra." - Me escondí en mi cuarto y hasta allí llegaron los gritos y los "piropos" que se dedicaron ambas. Llevé a Pascualita conmigo para que no se le ocurriera asomarse al borde del acuario al oír el escándalo.

- Esta noche vas de fiesta. Pórtate bien porque la abuela no estará para bromas. - La sirena ni me miró. Estaba muy entretenida comiéndose los restos de una de las gambas gordas chinas. Entonces reparé en un detalle: la barriga, color amarillo-verdoso de ahogado, estaba más redonda de lo normal. - Al paso que vas tendremos que comprarte un nuevo termo porque en el de siempre no vas a caber. Te pondré a régimen. Nada de comer comida china, solo pienso de pescado. Y tendrás que hacer ejercicios en la bañera, te guste o no.

De pronto fui consciente de que en casa no había nadie. El silencio era total. Así que decidí empezar ahora mismo con los ejercicios gimnásticos. Até un cordón de zapatilla deportiva (para que entrara en situación) al rededor del cuerpo de Pascualita y después de poner agua de mar en la bañera, la metí dentro. Y para que tuviera un aliciente por el que nadar a toda velocidad, llevaba yo una copa en la mano llena de chinchón, que hacía las veces de liebre en las carreras de galgos. ¡Batió records el bicho!


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