domingo, 13 de mayo de 2018

Resaca festivalera.

Hoy he tenido ensaimada con cola cao para comer porque durante el desayuno, dormía a pierna suelta. Al despertarme no pude moverme. Intenté incorporarme pero, nada. El miedo se instaló en mi cerebro y grité: - ¡¡¡¿QUE ME PASAAAAAAAAAAA?!!!

La cama se movió y una voz tenebrosa dijo - ¡Chisssssssssssst, calla, coñe! - Estaba segura que era el abuelito primero. Tanto aprovecharme de él para asustar a Bedulio terminó por enfadar a su ánima y ahora venía del Más Allá a ponerme las peras a cuartos. - ¡¡¡PERDÓOOOOOON!!! ¡¡¡NO LO HARÉ MAAAAAAAAAAAAAAAAS!!! - Las lágrimas corrían como arroyos desbordados por mis mejillas, empapando sábanas y mantas. - ¡¡¡ABUELITO, POR FAVOOOOOOOR, DEVUÉLVEME EL MOVIMIENTO DE MI CUERPOOOOOOOO!!!

Una voz de mujer murmuró. - Es más sosa que un adoquín y ahora quiere bailar... - A pesar del miedo que me atenazaba, hice un esfuerzo sobrehumano para estirar el brazo y encender la lamparita de la mesilla de noche... ¡Y la luz se hizo!

Sentí un alivio inmenso al saber que no estaba paralítica. Y una rabia furiosa me hizo saltar de la cama, incomodando a lo menos siete personas que dormían en mi cama en las posturas más inverosímiles. Algunas atravesadas sobre mi. Fue un alivio poder mover las extremidades.

Fui hasta la cocina pasando sobre cuerpos dormidos. Miré el reloj, eran más de la una de la tarde. Sentí una sed espantosa, fruto de la resaca que empezaba a darse a conocer.

Escuché ruído en el comedor y me asomé. Uno de los "invitados" a ver el Festival de Eurovisión, amorrado sobre el acuario, bebía agua con ansia, como si acabara de regresar del desierto del Sáhara.

Debido a que mis reflejos estaban embotados o, simplemente, porque no me dio la gana, no puse en sobreaviso al sediento de lo que podía pasarle si la sirena que vivía allí no estaba de humor... ¡Y no lo estaba!

Desde el fondo del acuario, Pascualita salió como impulsada por un cohete espacial. Y le mordió en los morros. Se había agarrado bien con los dientes y tuve que dar un buen tirón para arrancarla de allí. Los labios se hincharon de tal manera que el hombre podía rascárselos a dos palmos de su cara.

Al final fue él quién despertó a la concurrencia con sus gritos, saltos, lloros, mucosidades, lagriméos, etc. etc. etc.... Los "zombis" deambularon por la casa en busca de café. En aquellos momentos a mi solo me importaba una cosa: - "¿Quién ganó Eurovisión? ...


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