martes, 12 de junio de 2018

Disimulando.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaa! ¿está tu abuela? - Estará en su casa. - ¡¡¡PAPAM!!! - ¡Aaaaayyyyyyyy, que sustoooo! ¿Qué ha sido eso? - ¿El qué? - Ese estruendo... ¿estás sorda? - Que yo sepa, no...

La Cotilla me miró extrañada. - Le he dicho que la abuela estará en la... - Ya sé lo que me has dicho y también lo que he oído... ¿no será cosa de tu primer abuelito, verdad? - Como no me de más datos. ¿Quiére un cola cao con chinchón? - ¡Venga!

Finalmente, la Cotilla se marchó. Entonces Pascualita se sentó en el borde del acuario. La cogí y entramos a la cocina a desayunar. Estaba la sirena en pleno ejercicio de saltos mortales dentro de su taza y poniendo perdido mesa y suelo, cuando otro ¡¡¡PAPAM!!! movió los cimientos del edificio.

La media sardina saltó a mis brazos y se escondió en el escote. - Lo siento, guapa, pero tendrás que ir acostumbrándote a los ruídos si quiero ganar unos euros para largarnos de aquí. No pensé que los turista fueran tan escandalosos.

El timbre de la puerta sacaba humo: - ¡Ya va, ya vaaaaaaaaaaaaaaaa! - Tal como me esperaba, los vecinos, indignados, estaban en el rellano de la escalera con las uñas afiladas. - ¿Piensas tirar la finca abajo? - ¡Así no se puede vivir! - ¡¡¡FUERA, FUERA, FUERAAAAAAAAAAA!!!

No dejaban que cerrara la puerta. - ¡Que salga quien haya sido el culpable de éste escándalo! ¡Pero si no hay nadie. ¡Mirad! - Me aparté un poco de la pared para que pudiesen ver el interior de mi casa. - - ¿Véis?¡No hay nadie!

De repente, un vecino jubilado que se fijaba en todo, gritó - ¡¡¡ESTA ENDEMONIADA. SE LE MUEVE LA PECHERA!!! - Pascualita estaba harta de sentirse oprimida y quería salir de su encierro, lo cual era un peligro para ella. - ¡¡¡PAPAM!!! - El  ruído se expandió por todos los rincones del edificio y los cimientos crujieron. La reacción de los vecinos fue contraria a lo que hubiese imaginado. Como una de aquellas famosas estampidas de búfalos en las grandes praderas del lejano Oeste, los vecinos me empujaron y entraron en tropel, pisoteándome,

El señor Li, que paseaba por mi barrio, subió al escuchar el escándalo. - ¿Qué pasal aquí, nieta? - ¡¡¡Tiene gente escondida!!! (gritaron algunos) - En ese momento se abrió la puerta del baño y un adonis rubio y de intensos ojos azules, salió de allí tal como su madre lo trajo al mundo. Un montón de pares de ojos lo admiraron. Y un vecino soltó aquello de: ¡Esto es un cuerpo y no el de Infantería de Marina! - La mujer le dio un codazo: - ¡Estás haciendo el ridículo, Atahualpa Yupanqui!
- El hombre se encabritó. - ¡Te he dicho mil veces que no me llames con el nombre de tu amante! - ¡¡¡PAPAM!!! sonó de nuevo. Y el despelotado corrió a esconderse en la antigua habitación de la abuela donde una voz femenina gritó: - ¡¡¡ALELUYAAAAAAAAAAAAAAA!!!



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