jueves, 14 de junio de 2018

Cinco años de cárcel... ¿cinco años?

Ayer, en Palma, había un hombre feliz, Blas el Parado.Y todo porque el ex duque enPALMAdo, su socio Torres y Jaume Matas, tuvieron que venir a la Audiencia de Palma a recoger la orden de entrar en prisión.

En la calle, un montón de periodistas de prensa, radio y televisión, aguardaban impacientes y hambrientos que llegara "la celebridad" Mientras Blas el Parado corría hacia allí cargado con un gran taperware lleno de croquetas, recién hechas, de la abuela.

Y se las quitaron de las manos en un santiamén. De modo que volvió a por más varias veces y yo tuve que quedarme en casa para abrirle la puerta en cada ocasión. Al final de la mañana estaba agotado y con los bolsillos llenos de euros.

La abuela me llamó: - "¡Que no me entere yo de que le has cobrado comisión a Blas el Parado o el día de mañana, te quedaras sin la Torre del Paseo Marítimo!" - No hay nada que me de más rabia que venga ella a desbaratar mis planes

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! - He visto jaleo delante de la Audiencia de Palma... - Viene Urdangarín a recoger la órden de entrar en prisión... -  ¡Corre, saca las croquetas de tu abuela!... Los periodistas son muy aficionados... - Se las ha llevado Blas el Parado. - ¡¿Cómoooooooooo?! - En un taper... - ¿Qué cómo puede ser tan rápido el jodío? - ¿Por que pasa penurias?

No probé ni una croqueta. Y eso que me aparté unas cuantas para comerlas al mediodía... Al ir a por ellas ¡habían desaparecido! - Pero... pero... - Me pareció que Pepe se había movido en su estante. - ¡¿No me digas que has sido tú, mosquita muerta?! - No me contestó. Le di diez minutos de cortesía para que lo hiciera pero no los aprovechó. Ya iba a tirarlo a la basura cuando, de reojo, vi una sombra que se arrastraba por el suelo de la cocina. Grité como una condenada - ¡¡¡UNA RATAAAAAAAA!!!

Inmediatamente, el grito se reprodujo en todos los pisos de la finca. Poco después llegaron los bomberos a los que alguien llamó: - ¿Dónde está el fuego, señora? (Me preguntó uno al que el uniforme le caía de maravilla): - No hay. - ¿Está de guasa?

Una vecina se sumó a la conversación: - ¡Les he llamado yo! ¡¡¡HAY UNA RATAAAAAAAA!!! - Y toda la escalera reprodujo el grito. - Escuché a un bombero decirle a un compañero - Cuando reciban nuestra factura habrá que oírlas.

Cerré la puerta. Tenía una cuenta pendiente con Pascualita. Ella se había comido las croquetas... Ella era "la rata"



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