viernes, 15 de junio de 2018

El dragón.

- Ha llegado el calor... relativamente, porque cualquiera sabe si piensa quedarse a pasar el verano aquí o vuelve a las andadas y vuelve a refrescar. El caso es que con el calor vienen los bichos. Esto es así desde que el mundo es mundo, que digo yo que para qué conservar estas tontas "tradiciones" A mi no me hacen falta los mosquitos para nada, por ejemplo. Aunque a los pájaros sí...

- "¡Para ya de tanto rollo, boba de Coria! Eres agónica. ¿A dónde quieres llegar a parar?" - A los dragones... - "Me lo veía venir" - ¿Por qué regla de tres aparecen estos bichos antidiluvianos en nuestras casas? ¿Por qué no puedo mover una maceta sin sufrír el desasosiego de ver correr a esos bichos repelentes? ...

- "Las quejas no me las des a mi sino al Maestro Armero" - ¿Y quién es? - "El que creó el mundo en seis días" - O sea... ¿EL? - "Exacto" - Pues... tendría que decirle cuatro cosas... - "Espero que EL tenga más paciencia que yo o te fulminará con un rayo" - ¿No acepta críticas a su trabajo? Vaya, se ve que no tiene abuela. - "Exacto. No la tiene."

- Ha entrado un dragón en casa. Hace calor, tenía la ventana abierta y ¡se ha colado uno! Lo he visto correr... ¡hiiiiiiiiiiiiiiii! ¡Se me ponen los pelos de punta solo de pensarlo! No sabía qué hacer, pero he soltado un suspiro de alivio cuando ha ido derecho hacia el acuario. Con un poco de suerte Pascualita se lo merendará. ¡Claro que no quiero verlo Aaaaaaaaaaaaaaag!

"Eso es lo que te gusta. Que los demás te saquemos las castañas del fuego... ¿Y qué ha pasado?" - Pascualita lo ha visto y ha subido, suavemente, hasta la superficie. Con movimientos pausados de cazadora, se ha acercado al borde del acuario. Los dos bichos se han examinado y ambos se han asustado al verse ¡No me extraña porque son más feos que Picio!

Se miraban de reojo. La sirena ha tocado al dragón con la mano y él se ha acercado más. Yo pensaba ¡ahora se lo comerá! Y cerraba los ojos para no ver la carnicería de vísceras y sangre que se avecinaba pero no pasaba nada. Acabé cansándome de esperar y me serví unas cuantas copas de chinchón para estar entretenida.

Cuando volví con la botella y la copa en las manos, Pascualita y el dragón se sobaban a base de bien - ¡Eeeeeh, no quiero pornografía en mi casa! (les grité) - Pero ellos iban a lo suyo. - "¿Por qué no puedes dejar que la gente viva en paz?" - ¿Gente? ¡son bichos! - "Mejor me lo pones ¡Déjalos, reprimida de las narices!... ¿Qué pasó al final?" - Pues... no lo sé porque, entre el calorcito del día y el del chinchón, me quedé dormida como un ceporro y al despertar, unas cuantas horas después, el dragón no estaba y Pascualita descansaba sobre el banco de arena del acuario... - "¡No eres más tonta porque no te entrenas"!




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