domingo, 17 de junio de 2018

La línea roja.

El Alcalde ha dicho que como tire a la calle una gota de agua de más, me va a dar p´al pelo. Y me he quedado que no sé que me ha querido decir... ¿Se tratará de algo sexual? Si fuera así, seguiría regando el balcón porque no es moco de pavo tener un bisnieto con el Alcalde. Y quién sabe si ese niño saldría al padre y con el tiempo, heredaría la Alcaldía de Palma.

Ya sé que es una tontería entablar conversaciones sesudas con Pascualita y Pepe pero me da no sé qué hablarle a una pared que, para el caso, es lo mismo pero por lo menos imagino que me están escuchando.

Pascualita me miraba con sus ojos de pez, saltones e inexpresivos. De repente y sin venir a cuento, ha saltado sobre Pepe y le ha arreado tal bocado que ha vuelto a dejarlo sin nariz. Menos mal que la abuela es una buena restauradora y se la ha arreglado miles de veces. Eso sí, nunca le queda igual y el pobre Pepe, que ya llegó a mi casa hecho un desastre: sin cuerpo, sin lengua, con los ojos y la boca cosidos, ya no se parece al que fue y cada vez nos es más difícil identificar rasgos conocidos o por lo menos, europeos. Ya no podemos saber si fue indígena o no, mujer u hombre... Tendríamos que buscar su ADN pero no me da mi sueldo para tantas alegrías y a la abuela se la sopla que haya sido Pepe en el pasado.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Vengo de hablar con el cura de una de las parroquias que "límpio"
 y pedirle que celebre una misa por el pobre Urdangarín. Ha dicho que si no le queda otra, lo hará... pero no gratis. Tengo que pagar una tarifa ¿Te lo puedes creer? - Que la pague el ex duque. - ¡Eso mismo me ha dicho el cura! ¿No tiene dinero? Pues que pague él.

- ¿Con quién hablabas cuando he entrado, boba de Coria? - Con una medio sardina (no quise mentir a la Cotilla y le enseñé un dibujo que había hecho de la sirena) - ¡Jesús, que cosa más fea! (y puso cara de asco) Parece... una sirena ¿fea? ¡Estás tonta! Las sirenas son bellísimas.

Iba a iniciar una discusión con la Cotilla cuando la abuela entró en casa. Al ver el dibujo que tenía la vecina en las manos se acercó a mi de improviso y me dio tal pescozón que mi cabeza rebotó, los menos diez veces, contra la pared de la cocina. Yo había traspasado una línea roja con respecto al pacto de silencio sobre Pascualita...

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