martes, 19 de junio de 2018

La nieta se declar ecologista.

He soñado que era domingo y me he despertado con la sonrisa puesta. Y así he seguido mientras esperaba la llegada de la abuela con las ensaimadas domingueras. Pero no ocurrió nada. Y tuve uno de mis soliloquios con Pascualita y Pepe como oyentes o escuchantes.

La sirena se llegó a impacientar al ver su taza vacía de cola cao y ni corta ni perezosa, saltó dentro de ella como si estuviera llena. El golpe que se dio sonó hueco y me dio la risa. Creo que Pepe, si pudiera pensar, también se hubiese reído ¡menudo coscorrón se dio la medio sardina! - ¡Muy bien! repite el salto y te haré una foto (la jaleé yo)

Entonces se armó la de San Quintín. Pascualita saltó hacia mi con la dentadura de tiburón por delante. Yo corrí como si me fuera la vida en ello mientras, con la mano me retiraba las lágrimas de risa que no dejaban de aflorar a mis ojos.

 - ¡Tonta, más que tontaaaaaaaaaaaaa! ¡No me cogeeees! jajajajajajaja - De repente. la puerta de la calle se abrió y sonó el clásico - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿Qué pasa aquí? ¿quién es tonta? - No va con usted, Cotilla - Dije poniéndome firmes ante la vecina inoportuna. Mientras, por el rabillo del ojo veía acercarse, reptando sobre las baldosas, a Pascualita.

Estaba en un aprieto. La Cotilla no podía, ni debía, ver a la sirena. No tenía tiempo que planear nada. Cogí mi pañuelo del bolsillo, envolví, rápidamente, a Pascualita en él. Entonces volteé, con garbo y salero, ese pequeño paquetito y lo lancé muy lejos de mi, yendo a parar al interior del acuario.

- ¿Qué tiras, boba de Coria? No ves que vas a contaminar ese agua y se morirán las algas. Necesitas cursillos acelerados de ecologismo. - No es nada malo, no se preocupe. Yo también se reciclar. - No me hagas reír ¿Qué vas a saber tu, alma cándida? A ver ¿en que contenedor va el papel?

- Muy fácil, en el que hay más.

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