viernes, 8 de junio de 2018

Nuevo negocio.

La abuela ha venido a casa con el delantal puesto y una cesta colgada del brazo. Eso sí, también llevaba sus estilettos que lo cortés no quita lo valiente. - ¿A dónde vas a sí? - "A la compra ¿No es evidente, boba de Coria?" - ¿Con el delantal? - "Sí. Estoy implantado una nueva moda: ir a comprar con delantal y cesta." - Eso es más viejo que (iba a decir que ella pero, afortunadamente, me contuve) andar palante. ¡Vaya tontería!- "¿Tontería? Pues anda que no han ganado dinero los que pusieron de moda ir de fiesta o de paseo, en pijama. Ahora el dinero lo ganaré yo." - Ninguna señorona saldrá a la calle de esta guisa. - "En mi barrio, sí!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla entró en casa con una sonrisa de oreja a oreja - ¡Que buena idea has tenido! (gritó dirigiéndose a la abuela.Y la abrazó) - Me quitan los delantales y las cestas de las manos ¡Tu idea es un éxito!

- "Por cierto, Cotilla, hay que "encargar" más material" - El tonillo que usó la abuela cuando dijo "e.n.c.a.r.g.a.r." no me gustó ni poco ni mucho. - ¿Dónde compráis esas cosas? - ¿Comprar? (dijo la Cotilla) de tu nieta nunca harás carrera. - La abuela suspiró y dijo: "¡Qué cruz tengo con ella!"

- Esto es un negocio para ganar mucho dinero y no podemos empezar gastando comprando el material... - "¿Comprendes, nena?" - Creo... que sí... - "La Cotilla encontró, por casualidad, un almacén abandonado, en el que hay miles de cestas y delantales" - ¿Abandonado? - "¡Sí! Menudo, chollo" - ¡Saca el chinchón, nena!

Llamaron a la puerta. Era Bedulio y llevaba tres pares de esposas en las manos. - ¿Quiéres chinchón? (le dije, amablemente) - ¿Para brindar por el negocio que habéis montado? - Han montado... pero, sí.

No quiso oír más y nos esposó a las tres en un santiamén. - ¡Eh, que yo no he hecho nada! (grité) y corrí alrededor de la mesa del comedor dando vueltas y más vueltas mientras Bedulio me perseguía. Cuando el Municipal empezó a perder fuelle, me acerqué al acuario, cogí a Pascualita que había subido a la superficie al escuchar el jaleo que hicimos, y se la tiré a Bedulio a la cara.

Seguí corriendo. Esta vez era yo quién lo perseguía. Arranqué a la sirena, con un fuerte tirón, de la naríz del hombre y acto seguido la lancé a la cara de la Cotilla. Y luego, también se la arranqué.

Fue una maniobra difícil debido a tener las manos atadas pero salió bien. La abuela consiguió las llaves de las esposas y entre las dos emborrachamos a los heridos, después de la danza de lloros, gritos y lamentos, para que, al despertar horas después, no recordaran nada de lo sucedido. Mientras, Pascualita se relamía merendando los trocitos de carne arrancada a sus víctimas.

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