martes, 5 de junio de 2018

Siguen en la UCI.

Lo que tiene Andresito en la cara ya no son ojos sino ojones. Están tan hinchados que parece que van a saltar de sus órbitas de un momento a otro. Cuando estoy cerca de él procuro llevar puestos los guantes de fregar porque, si se le caen, ¡no pienso recogerlos con la mano desnuda! ¡Aaaagggggg, que repelús!

Y de éste drama tiene la culpa su Partido. Hoy, sin ir más lejos, al ver al Pinocho Mayor del Reino despidiéndose de los suyos se ha deshecho en lágrimas. Era un Nilo desbordado, incontenible, en plena inundación anual y no puedo dejar el cubo y la fregona muy lejos porque me lo pone todo perdido de agua ocular.

Ahora llora también por su madre y su mujer. Cosa que me parece más razonable que lo anterior. Ambas siguen en la UCI. La abuela insiste en que le demos un espejo pero como no queremos que le de un patatús, no se lo damos. Y cómo siempre, las culpa recae sobre mi. Dice Andresito que vale más que la abuela concentre la rabia en una sola persona porque tiene el cerebro abotargado a causa del veneno de la puñetera carabela portuguesa y le cuesta discernir. Así que cuando pregunta por qué no le hemos dado ya un espejo, tanto Andresito como la Cotilla dicen, exagerando y mintiendo: - ¡¡¡NENA, YA TE HAS VUELTO A OLVIDAR DEL ESPEJO!!!

Y aunque sigue hablando a la puñeta, cada vez se la entiende más: -  "¡¡¡fpgpoinútil.x,vflfgaddsquécruzqliwqvlfk!!!"

Yo me vengo de ella mentándole los verdaderos años que tiene y me parto de risa porque, aunque se enfada como una  monea, no puede fruncir el ceño de inflada que tiene la cara. La Cotilla me ha aconsejado que emigre a Kazastán porque, cuando la abuela mejore, su venganza será terrible. Aunque no lo creo, estará debilitada mucho tiempo.

Pascualita se extraña de no ver a su amiga por casa, por eso esta mañana le he hecho una foto a la abuela y al llegar a casa se la he enseñado ¡¡¡MADRE MIA, LA QUE HA LIADO LA MEDIA SARDINA!!! - Creyendo que la abuela era algo monstruoso, ha saltado al móvil con los dientecitos de tiburón hacia afuera y ha mordido y desgarrado el aparato hasta que no ha quedado nada de él. ¡Era el móvil nuevo de la abuela!... Cada vez pienso que la Cotilla tiene razón... Creo que emigraré a Pernambuco, donde quiera que esté ese sitio.

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