- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Tengo que hablar con Andresito sin falta. - Pues aquí no está, Cotilla. - Pues llámale y dile que venga, que es muy urgente. - ¿Qué se trae entre manos? - Tengo que pedirle un favor y cómo él es de la cuerda de los que gobiernan, podrá ayudarme. - Dígaselo a la abuela... - ¡Ni hablar! No quiero saber nada de ella después del tortazo que me dió. - Allá usted pero yo no quiero meterme en camisas de once varas.
Fuimos a la cocina y allí sacó de su bolsa, que me recuerda a la de Mary Poppins en la que llevaba hasta una lámpara de pie, unos paquetes de magdalenas del contendor del súper. - Están sedientas (le dije después de echarles una rápida ojeada) - Hace varios días que las guardo... El primer café con leche se lo tomarán ellas pero el segundo ya podremos beberlo nosotras.
Así fue. Las magdalenas que estaban resecas, como si hubiesen cruzado el desierto del Sahára con la cantimplora vacía, absorvieron el líquido en cuanto lo tocaron. ¡Fue espectacular! Ya saciadas, serví una nueva tanda de cafés con leche y pudimos desayunar.
Finalmente, la Cotilla se decidió a contarme lo que le preocupaba. - Ha dicho el Pinocho Mayor del Reino que subirá las pensiones... siempre que se pueda. - ¿Lo ha dicho a raíz de la manifestación del sábado? - ¡Claro! A mi lo que me preocupa es la coletilla "siempre que se pueda" Por eso quiero pedirle a Andresito que, en cuanto sepa que van a pagar me ponga a mi la primera de la lista de Balears ¡Necesito el dinero! - ¡Y yo! - No es lo mismo. - ¡Oiga que yo también como!
La Cotilla quería acondicionar su piso, el 4º, para alquilarlo a turistas éste verano. - ¿Ya tiene los permisos y cumple los requisitos que se necesitan? - Los necesitaría si fuera como tu pero, como no voy a decir nada a nadie... ¿quién se va a enterar?
- Si nos pagan lo harán a todos a la vez. - ¿Y si tienen que rescatar más autopistas o más bancos? ¡Me quedaría sin dinero.- ¿Le pagarán bien los turistas? - ¡Y por adelantado! - Pues mejor no le diga nada a Andresito... Querría asociarse con usted. - Bueno... no estaría tan mal. - Mejor asóciese conmigo. - ¡Menudo negocio haríamos! - ¡Tengo hasta el nombre! Inmobiliaria NA Y MENOS... ¿qué le parece, Cotilla?
Estaba tan feliz por mi acierto que fui en busca del chinchón. A la vuelta eché un buen chorreón en el acuario y Pascualita hizo el triple salto mortal con tirabuzón hacia atrás.
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