miércoles, 7 de octubre de 2020

El concurso.

 En El Funeral han organizado un concurso para mujeres, patrocinado por diferentes marcas de productos contra el colesterol y ropa interior. La ganadora será la que más años tenga porque de eso se trata el concurso. 

No hay ninguna de las socias que diga su verdadera edad. Y pobre del marido que descubra a su mujer. Se convierte en el candidato idóneo a que cuelguen su foto en la Pared de los Finados, pero ¡ya!. Que, aunque se supone que es un honor, nadie lo quiere.

Así que alguien pensó que espoleando la ganas de competición que tienen todas, porque hay que ver lo rápidas que se apuntan a concursos de baile, de parchís, de beber chinchón (ahi suele ganar la abuela) de preguntas sobre el siglo XX, etc., pero a ver quién es más vieja no sé yo...

La abuela me llama cada dos por tres para poner a parir a quien se le ocurrió la idea. - ¿Quién es ? - "¡Y yo qué sé! No da la cara Es un cobarde anónimo. Un cerdo con tirantes. Huuuuuyyyyy si lo descubro. No me durará ni dos telediarios" - ¡Abuela, eso es denunciable! - "Lo que ha hecho este tío, también... Y para hacernos picar han expuesto la lencería que se llevará la ganadora y es taaaaan bonitaaaaa"

"Inocentemente" le dije: - ¿Te imaginas que haya sido Andresito? jijijijijijijijiji? - "¿Crees que no lo pensé? Por eso le conté, de pe a pa, lo que le ocurrió a mi primer marido. - ¿Y qué dijo? - "Nada. Temblar como un conejo y ponerse blanco como el papel. Después me juró por sus antepasados, que no había sido él."

- Abuela, tengo una idea. Apunta a la Momia al concurso y como no habrá nadie tan mayor, ganará y os repartís la lencería... y alguna cosita para mi que te he dado la idea. - ¡"Me gusta! Ahora mismo la hago socia. Y tu no te preocupes. Te regalo todas mis bragas." - ¿Las nuevas? - "¡Sí, hombre!"


martes, 6 de octubre de 2020

Ay, el subconsciente.

 Pascualita está con resaca y eso que el chinchón, donde se baño y bebió, era ficticio. No he visto una cosa más horrible que a la sirena resacosa. Bajo sus ojos de pez tiene una ojeras que le llegan a la punta de la cola. El color amarillo-verdoso-liláceo de su piel está más acrecentado si cabe, y los pelo-algas caen, lacios, a ambos lados de su careto. 

En cuanto oye el menor ruído saca a pasear los dientes de tiburón y no escupe veneno porque debe tener la boca reseca. Para divertirme un rato le he puesto un espejo delante y toda ella se ha estremecido como si se enfrentara al fantasma de su mayor enemigo. ¡Ostras, que risa. Asustarse de ella misma!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Ahora te ríes sola? Estamos apañadas contigo. - El caso es que no podía parar. - Jajajajajajajajajajaja ¡Ay, que me partooooooo! ¡Que fea es la jodía! Jajajajajajayyyyyyy!!! ¿Qué hace, Cotilla? ¡Menudo pescozón! - ¡Te vas a reir de tu abuela, boba de Coria de las narices!

Cuanto más nerviosa me ponía más risa me daba. No lo podía remediar - Jajajajajajajaja ¡No se lo digo a ustedjajajajajajajaja!

Pascualita tenía la cabeza a punto de estallar y decidió que lo mejor era matarme para que me callara. Se impulsó con su fuerte cola de sardina y cayó en mi escote. Fue todo tan rápido que me pilló desprevenida. Mordió a diestro y siniestro. Se impulsó de nuevo hasta mi cabeza y en menos de lo que se tarda en decir amén, me dejó monda y lironda.

Cuando conseguí para de gritar, llorar, moquear, correr, saltar y beberme de golpe media botella de chinchón... para aplacar el horrible dolor que sentía, estaba hecha un cromo: con el pelo arrancado a mordiscos, y dos tetas que tuve que apoyar en la mesa del comedor para no caerme de boca por el peso.

La Cotilla, que no había visto a la sirena porque, cuando quiere, es rápida como el rayo, al verme salió corriendo escaleras abajo al grito de : - ¡¡¡DILE A TU PRIMER ABUELITO QUE YO NO FUI!!!

lunes, 5 de octubre de 2020

¡Gracias a tod@s!

 La abuela ha decidido cumplir años. No sé cuántos ni si, realmente, nació tal día como hoy. Lo ha dicho porque quiere celebrar una fiesta con nombre. En éste caso: Fiesta de cumpleaños. Y se ha quedado tan pancha.

La llamé para felicitarla cuidándome muy mucho de preguntar cuántos años cumplía. Ahora que ya no tengo ninguna parte de mi cuerpo hinchado por mordiscos de la sirena, no quiero tener chichones por  los capones de la abuela

De todas maneras la llamé: ¿Yes? - Qué se ponga mi abuela. Geoooorge. - Madame no estar... - Tengo que felicitarla y si sabe que no he podido hacerlo por tu culpa, inglés, qué crees que pasará... 

La amenaza dio resultado. - "¿Hola?" - ¡Muchas felicidades! - "¡Gracias, boba de Coria! ¿qué me vas a regalar?" - Un ruiseñor con las patas verdes. - Se quedó callada. Cosa rara en ella. - "Te estoy hablando en serio" - Vaaaale. Pues un sí señor y un calle usted.

Colgó el teléfono con un golpe seco que no me dio buena espina. Por eso metí a Pascualita en el termo de los chinos, salí al balcón, pasé a una rama del árbol y esperé a que una hojita cayese a mis pies. Me tuvo en ascuas porque no caía ninguna y eso que ahora, en Otoño, no paran de caer. 

Cuando el rolls royce de la abuela aparcó en la parada del bus y a mi se me encogía el estómago, una humilde hojita revoloteó hasta mis pies, me subí en ella y al abrir los ojos estaba en un lugar estrecho y oscuro como boca de lobo. 

De repente, se levantó la tapa y entraron a raudales luz, música, risas, gritos y taponazos de champan. Asomé la cabeza por la claraboya del techo y unos brazo me levantaron y sacaron ¡de una enooooorme tarta de cumpleaños! y vi a la abuela, joven hippy, apagando las velas que, en éste caso, eran enormes porros humantes. 

Pascualita saltó del termo de los chinos a un montón de nata donde se sumergió y revolcó a placer para pasar después, con ayuda de su cola de pez, a una ponchera repleta de chinchón ,donde buceó feliz sin que le diera el coma etílico.

domingo, 4 de octubre de 2020

Para Xisca. ¡Moltas felicitats!

 Viendo que las tormentas se suceden unas a otras y que el aire es cada vez más fresquito, he pensado que al ser éste un año tan salido de madre, la Navidad está aquí en quince días. Además, ya están puestas las luces de todos los años. Así que, como no quiero que me pille el toro, he sacado la caja donde guardo el Belen para ir montándolo. 

Esta vez lo haré en la mesa de la salita para que la Cotilla no les monte más altares a los Amigos de lo Ajeno ¡Anda y que se vaya a su casa, que solo tiene que subir tres pisos y hay ascensor!

He puesto todo lo de la caja sobre el sofá y he visto que hay pastores que necesitan renovarse porque alguno es de los que siguió a la Estrella de Belen. Y compraré alguno nuevo ... ¡Uep! Hablando de estrella, de repente he visto la luz ¡del coronavirus! 

He llamado a la abuela porque, aunque ella fue proletaria y muy de izquieras, siempre puso el Belen. Como dice ella porque ¿qué tendrá que ver la velocidad con el tocino? Decía que ella celebraba el nacimiento de un Niño, hijo de proletarios antiguos. 

- Geoooooorge dile a mi abuela que se ponga. - Madame decir no. - Tengo que preguntarle algo del Belen. - Mi decírtelo... - ¡¿Tú?! Pero si eres un ateo... - ¡And tú! - Ya, pero soy española, jodío. 

Viendo que su mayordomo empezaba a cabrearse, la abuela cogió el teléfono. - "¿Que paaaaasa, boba de Coria?" - Al ir a montar el Belen tengo dudas sobre cuántos personajes que puedo colocar... Vamos a ver ¿Belén está confinado? - "Vete tu a saber" - Y si lo está ¿cuánta gente se puede reunir? ¿seis, diez, doce...? La Sagrada Familia ya son tres, más el Angel anunciador, cuatro... El buey y la mula no cuentan, digo yo. Los pastores son el herrero, el pescador, la lavandera, el leñador, el pastor con la oveja, los tres Reyes Magos, sus pajes... Ya me he pasado el cupo.

- "¿Qué más da?" - ¡Incívica!... ¡Anda, se me olvidaban las mascarillas!   


sábado, 3 de octubre de 2020

 De repente, ha aparecido un hombre en mi balcón y me ha faltado el canto de un duro para desmayarme. - Corrí al teléfono - ¡Abuelaaaaaaaa, ha llegado el hombre de mi vidaaaaaaaaaaa! - ¡Tu estar loca! ¡Yo no sordo! - ¡Geoooooge dile a...! - "Te estoy oyendo, boba de Coria" - ¡Está en el balcón! Ayyyyyy, abuela ¡Estoy emocionada! ¡Por fin ha llegado! - "¿No será un ladrón?" - ¡NO. No lleva antifaz! - "¿Y pistola?" - Tampoco ¡Casco si! ¡Te dejo. Creo que quiere darme una serenata ¡Aaaaaaaaaaaaaaayyyyyyyy, que ilusión! - "¡Ahora vengo!"

Poco después hablé de nuevo con la abuela, solo que ya no grité porque estaba alicaída. La pillé en el rolls royce. - No hace falta que... vengas... ¡snif! ... No es el hombre de mi vida sino el que pone las luces de Navidad... ¡snif!...

Pascualita me vio llorar como el que oye llover. - Que dura eres. ¿No te doy pena? - Por toda respuesta me lanzó un buchito de agua envenenada, que no me dio a mi pero sí a Pepe el jivarizado, en el ojo-catalejo, que creció y creció y creció hasta casi convertirse en un telescopio espacial.

Lo saqué al balcón para que pudiera crecer tranquilamente de los barrotes hacia afuera. Cuando alcanzó su total longitud empezó a moverlo de acá para allá, aprendiendo a manejar tamaño apéndice. Una vez logrado me di cuenta de que veía más de lo que debería. Los vecinos dejaron, sin saberlo, sus intimidades expuestas al ojo-catalejo y Pepe lo demostraba diciendo: - ¡¡¡OOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

A partir de este momento, a demás de ser cabeza decapitada y reducida por los jíbaros, llavero de la tienda del señor Li, ahora era también Pepe el Espía. ¡Me hizo mucha ilusión que tuviese una ocupación el pobrecillo! Ahora solo faltaba que yo me enterara de algo... que pena que siempre se me hayan dado tan mal los idiomas.


viernes, 2 de octubre de 2020

La receta.

 Ayer acabé aconsejando a Pascualita que, el día que vuelva a su hábitat, se lleve tortilla de patatas prefabricada, total, cuando esté mojada de agua de mar no se notará la diferencia con las caseras. 

Al final la ¿tortilla? que hice no cayó en saco roto sino en el estómago, a prueba de bomba, de la Cotilla. Hizo bueno el refrán de Dónde hay hambre no hay pan duro. Cuando llegó, a las tantas de la noche, de sus trapicheos, venía canina y arrambló con aquel mejunje que yo había dejado en la sartén. 

- No te salió mal la tortilla. Un poco rara, de vista y de sabor. Tal vez un poco salada pero eso es lo que tiene la cocina de diseño. Si tengo que ponerle un pero sería en la presentación. Tendrías que haberte esmerado más.  Dejaba mucho que desear. - ¿Se la comió toda? - ¡Claro! para una vez que no hay fabada de bote...

- ¿Y le ha sentado bien? - Por supuesto. Ya sabes que tengo un paladar muy exquisito y todo esto de la Nueva Cocina me encanta. ¿Podrías hacer unas cuantas como esa? Me las llevaría al trapicheo y seguro que me las quitan de las manos. - He perdido la receta...

Se dirigió, rauda, a la cocina y la escuché trajinar. - ¿Qué hace? - Buscar en el cubo de la basura por si la tiraste allí. Esa receta nos puede sacar de pobres. Se la venderé a Tamara para su prograna de la tele... 

Había vaciado la bolsa de basura sobre la mesa de la cocina en busca de un papelito que no existía. - ¿No lo tirarías por la ventana? - Ay... ahora recuerdo que... me inventé la receta... jajajajajaja - No sé dónde le ves la gracia. - Y de un manotazo llenó la bolsa de basura. Abrió entonces la ventana y asomó medio cuerpo para inspeccionar las ramas del árbol de la calle por si yo le estaba mintiendo (la oí murmurar) "Esta quiere quedarse el negocio para ella solita, la jodía..."

De repente los pies de la Cotilla se despegaron del suelo y todo su cuerpo, vencido, cayó, directamente, a la calle... Circunstancia que aproveché tirándole la bolsa de basura: - ¡Ya que baja, llévala al contenedoooooooooooor!

 


jueves, 1 de octubre de 2020

La tortilla de patatas.

 He vuelto a prepararle la taza de cola cao a Pascualita porque fue peor  el remedio que la enfermedad. Y ahí está, saltando como una posesa y poniéndolo todo perdido. 

Antes de ponerme a limpiar he tenido una idea. Son tan pocas las que tengo que hay que aprovecharlas. Le he dicho a la sirena: Haré una tortilla de patatas. 

Y como mi obligación es enseñarle a hacerla por si un día, a la abuela, se le ocurre mandarla de vuelta a los abismos marinos de donde salió, deje boquiabiertos a los peces que tenga al rededor.

Con Pascualita y Pepe colocados en el frutero, he procedido a pelar patatas mientras iba comentando la jugada: hay que poner muchas patatas.

Me he cansado de pelar y no me cundían... He llamado a la abuela. - Geoooorge, que se ponga mi abuela. - Madame decir con dedo, que nones. - Dile que es una urgencia. - Madame escribir: llama al 061. - ¡Jopé, Geoooorge, es para una consulta sobre cómo pescar al padre de su bisnieto!

Fue mano de santo. - "¿Tienes alguno a tiro?" - Puede... quiero conquistarlo por el estómago.- "Entonces me quedo sin bisnieto" - Estoy practicando. Haré una tortilla de patatas y  espero que el olor atraiga a alguno pero... las patatas no me cunden y no sé que hacer. - "¿Cuántos centímetros de grosor tienen las peladuras?" - Unos cuantos... - "Ahí tienes la respuesta, boba de Coria"

- ¡Jopé! que difícil es esto... - Me llevó media hora rebañar las mondas. Después corté las patatas y las metí en la sartén. Pronto olió a quemado. - Geooorge, que se ponga mi abuela ¡corre que se esta llenando la cocina de humo! - "¿Has puesto aceite en la sartén?" - Pues...

Batí todos los huevos que encontré en la nevera: tres. Me pareció que para el montón de papatas que se estaban friendo, eran pocos. Añadí leche... y agua de Pascualita porque con los nervios, me equivoqué de botella y cogí la de mar.

Meti el batido en la sartén sin quitar nada de aceite, aunque no hizo falta porque se desparramó por la cocina, por el suelo camino del comedor. Empecé a gritar: - ¡¡¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!! Y Pepe me imitó: - OOOOOOOOOOOOOOOOOO - Busqué periódicos viejos pero la Cotilla se los había llevado para envolver sus trapicheos - El vecino sordo, pensando que yo cantaba flamenco, gritaba: - ¡Olé, olé, muy bien! - Pascualita, metida en juerga, hacía la señal de OK con sus deditos palmeados. - ¡La madre que te parió, mal bicho! - Sonó el teléfono. Era la abuela. - "¿Ya le has dado la vuelta a la tortilla?" - No me ... atrevo... ¡snif!... - "¡Que cruz tengo contigo!"