miércoles, 30 de septiembre de 2020

A Pascualita no le gustan los cambios.

 ¡Ya está bien! ¡Hasta aquí he llegado! Todos los días lo mismo: fregar la cocina de arriba abajo porque la media sardina la pone perdida de cola cao. ¡Pues se acabó el cola cao! Y dicho y hecho. Cuando ha llegado la hora del desayuno, quien había a mi lado en la mesa de la cocina era Pepe el jibarizado. Por lo menos él no salta.

De repente su ojo-catalejo ha iniciado un recorrido por todo el perímetro de la cocina buscando a Pascualita. Al no encontrarla ha puesto toda su atención en el frutero y finalmente, en mi. - Me estás poniendo de los nervios, Pepe. ¿A qué te tiro a la basura?

En un arrebato de rabia fui a levantarme para cumplir la amenaza cuando sentí un dolor, terrible y conocido, en el dedo gordo del pie izquierdo. - ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYY, LA MADRE QUE TE TRAJO, PASCUALITA!!!

Pegué una patada al aire pero la sirena ya no estaba a tiro. Gruesos lagrimones caían al suelo encharcándolo. Gritaba y me retorcía de dolor cuando la muy bruja mordió el dedo gordo del pie derecho. Yo aullaba como una manada de lobos hambrientos y solté toda la retahíla de insultos de la lengua castellana y de la mallorquina, pero no pude correr ni saltar porque los dos dedos habían cogido el tamaño de un melón mediano. 

Mientras yo lloraba a lágrima viva, entró la Cotilla: ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¡Nena, el comedor está inundado! ¿se te ha roto la lavadora? 

Al oirla, Pascualita reptó hasta la despensa y se escondió entre las patatas mientras Pepe iniciaba su insoportable e inacabable OOOOOOOOOOOOOOOOOOOO 

Mis lágrimones salían ya por el balcón cayendo en cascada a la calle. Y a Bedulio le faltó tiempo para subirme una multa por regar las ¿plantas? a horas intempestivas. 

La Cotilla estaba empeñada en saber qué me había pasado. Entre hipos y llantos conseguí decir: - ¡¡¡MOSQUITO... JODÍO...!!! 

Al cabo de un rato de no verla, apareció hecha un manojo de nervios: ¡No lo encuentro! ¿Lo has matado? ¿Qué has hecho con él? ¡Te lo cambio por el rosario de mi madre! - ¿Para que... ¡snif!... lo quiere? - Para el Museo de Ciencias Naturales ¡Me darán un pastón!

martes, 29 de septiembre de 2020

Semillas.

 La Cotilla vino con su carrito de la compra lleno de cajas de semillas de toda clase de algas. - ¡Caray! Se habrá gastado un pastón. - Sí, bueno... Me han hecho un buen precio... - El titubeo la delató. - ¡Se lo ha llevado por la patilla! - No puedo ver una cosa abandonada. Es superior a mi... - ¡Lo ha robado! - ¡Eso nunca, boba de Coria!. - ¿No serán de la tienda de los chinos del señor Li? - ¡Nooooooo! Estaban en su acera, solas y no delante de la puerta... - ¡Nos van a rajar cuando se enteren! - ¿Se lo vas a contar? - ¡Ni loca! - Pues, hale, ves llenando cacharros con agua de mar y arena que vamos a sembrar las semillas.

 Cuando ya no quedaron tapers, cacerolas, vasos, palanganas, platos hondos, etc. etc. etc. donde plantar semillas, ni espacio en el suelo ni en los muebles donde poner tanto cacharro,  me di cuenta de que la Cotilla llevaba rato desaparecida. La llamé a gritos hasta que un: - ¡Calla ya, jodía! - me orientó hacia la salita. Allí quedaba una mesa libre de semilleros porque la vecina estaba montando un Altar a los Amigos de lo Ajeno. Le faltó tiempo para homenajear a todos los absueltos del Caso Bankia. - ¡¡¡COTILLA, NOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!

La discusión fue escandalosa, subida de tono y larga. Acabamos agotadas ¡y con las velas encendidas.!

Al salir al comedor noté que algo había cambiado. Hice un repaso: la mesa, las sillas, la vitrina, su contenido, el aparador, la Santa Cena, incluso los candelabros, estaban en su sitio pero... Ese pero era la X de la ecuación y mi agotado cerebro tenía todas las neuronas en la UCI después de la trifulca con la Cotilla.

Cuando ésta salió de la salita se detuvo en seco, levantó una ceja, luego las dos y por último dijo: ¡LAS SEMILLAS!

No quedaba ni una. Alguien se las había comido todas, dejando los cacharros rotos y tirados por ahí y el agua inundando la casa... - Mientras la Cotilla corría, despavorida, hacia la escalera gritando. - ¡¡¡HA SIDO TU PRIMER ABUELITOOOOO. SOCORROOOOOO!!! - vi a Pascualita intentando subirse a una silla para volver a su acuario pero, su enorme tripa, no se lo permitía...



lunes, 28 de septiembre de 2020

Nuevo negocio a la vista.

 He ido a la tienda de los chinos del señor Li a comprar semillas de banderas. - Mi no tenel eso. Tu sel tonta. Bandelas no plantal en maceta. - ¿Cómo que no? Lo he visto en la tele... - Tele tuya sel tonta también. - Pues se veía un pradito lleno de banderitas sembradas en la hierba. - ¡Eso es lo que tú tomal ¡hielba! Plonto tu vel elefantes losas volando, boba de Colia.

- ¡Oh, no! Por ahí si que no paso. Boba de Coria solo me lo dice la abuela y la Cotilla. Nadie más. - Ahola yo también.

Tuve que irme de la tienda para no montar un conflicto político chino-mallorquín. 

Una vez en casa me asomé a balcón. Cuando el Seguro venga a arreglarme el agujero del balcón ya no hará falta porque el árbol de la calle sigue extendiendo sus ramas y ya casi no se ve la acera. Hay que reconocer que el árbol es un buen vecino.

Pascualita empieza a recuperar la calma y se la ve feliz en su nuevo acuario. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! - La Cotilla se ha quedado mirando el acuario mientras movía, negativamente, la cabeza. - No he visto una cosa más tonta que "esto" - Yo sí: sus altares dedicados a los Amigos de lo Ajeno. - ¡Uep! no te metas con lo sagrado que vamos a terminar mal. - Esto, por lo menos, es ecologista pero lo suyo... - ¡Me estás dando una idea! Ahora mismo voy a hablar con el señor Li. - Y salió dando un portazo.

Media hora después, volvió con una botella de chinchón: - Vamos a brindar por un nuevo negocio. ¡Serás mi socia! - ¡Que bien! ¿A partes iguales? - El 70% de las ganancias para mi y para tí el 30%. Piensa que la labia y el transporte es cosa mía. - ¿Y de qué va el negocio? - ¡Venderemos algas a los chinos! Ya puedes ir sembrando más matojos de esos en el acuario. 

No supe qué decir, así que nos dedicamos a brindar por el éxito del negocio hasta que acabamos la botella y olvidamos el porqué de tanto brindis.

domingo, 27 de septiembre de 2020

Celebración.

 ¡Por fin hemos podido celebrar el cumpleaños de Pascualita sin la pesada de la Cotilla! Se fue tan enfadada pensando que la abuela le es infiel a Andresito que estará unos días sin volver... digo yo.

De todas maneras está encantada porque, en cuanto conozca a Pascual se lo contará todo a mi abuelito, éste se divorciará de la abuela, la Cotilla se casará con él y será la dueña de la Torre del Paseo Marítimo. Y de este modo habrá llegado a la cumbre de su "carrera trapichera"

He regalado a Pascualita algas para el fondo del acuario y Geoooorge, sin saberlo, también le ha hecho un regalo: trajinar un montón de garrafas vacías, llenarlas en el mar y subirlas a casa. Cree que ésta gilipuertez es una costumbre española. No se explica para qué quiero ese agua en un hermoso acuario lleno de plantas y vacío de peces. También a traído, ordenado por la abuela, unas bolsas llenas de arena. 

Antes de que Pascualita tomara posesión de su vivienda, rodeada de banderitas de los chinos, nos hemos hecho un montón de selfis las tres juntas porque no salía ninguna buena. ¡Que desastre! La medio sardina le ha cogido afición a ésto y no para de poner caras raras que, digo yo, no hace falta porque fea lo es un rato largo. Finalmente la abuela ha elegido una, tal vez porque ya estaba harta de hacerlas. Dice que le pondrá un marco ¡Madre mía!

Y como remate al cumpleaños, una vez estrenado el acuario, la abuela ha metido al langosto. - "Anda, nena. Vámonos que lo que pase entre ésta pareja es cosa de su intimidad jijijijijijiji... Aaaayyy, esto me recuerda mi primera noche con Andresito... (miré a la lámpara del comedor donde mi primer abuelito se tapaba los oídos) - ¡Para, para! que soy tu nieta, mujer...

Mientras merendamos rosquillas de anís con chinchón me pareció oir chasquidos. Empecé a padecer un ataque severo de ansiedad. Por último corrí hasta el acuario. -     ¡¡¡LO SABÍA!!! (grité) - La abuela se acercó trastabillando. - "¡Aaayyyyyyyy,... ¡hip... ¡que ilusión! ¡Por fin disfruta de... ¡hip!... un celo!" (estaba tan emocionada que lloraba a lágrima viva. Como yo, aunque por diferente motivo - ¡¡¡ME HA DEJADO SIN LANGOSTO LA MUY JODÍA!!!

sábado, 26 de septiembre de 2020

Pascualita cumple 9 añitos.

 ¡Hoy es el día! ¡Pascualita cumple nueve años con nosotras! Los millones de años anteriores no se cuentan porque no nos cabrían las velitas en la tarta.

De buena mañana he colgado banderitas de papel, que he comprado en la tienda de los chinos del señor Li. Hubiese preferido que fueran de tela pero, como me dijo él: Gente loca. Complal bandelitas tela para inaugulaciones y lleval todas. Tú loca también. - ¡Oiga, que no son para mi!

La abuela ha tirado de cartera y le ha traído un súper acuario, más grande que el aparador y casi tan alto como el espejo. - Bastaba uno pequeño porque, desde que está en celo, se pasa el día reptando por el suelo. ¿Qué buscará? - "Jolgorio-erótico-sexual, boba de Coria" - Cada vez que saca este tema me mira mal ¿Qué puedo hacer yo si no encuentro pretendientes a padre de su bisnieto?

- "También le he traído un novio acorazado. A ver si le dura más: un langosto" - En ese momento, recé: (¡Que no se lo coma, ya lo haré yo!) Dichoso celo ¿Cuándo tendrá la menopausia? - "Los libros de Historia no llegan tan lejos".

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Yo también tengo celo - ¡¿Usted?! - Un montón. Y todas las noches acabo satisfecha. - ¡¡¡COTILLA!!! - Vendo muchos rollos trapicheando... ¡Anda, cuantas banderas! ¿Y ese nueve? ¿De quién es el cumpleaños? - Ay, Cotilla, todo lo quiere saber. Es cosa de Pasc... ejem, ejem (me di cuenta a tiempo de que iba a descubrir a Pascualita) - ¡¿Celebráis algo de Pascual. A qué sí?! Ya se lo que es (señaló a la abuela con un dedo acusador) ¡Hace nueve años que engañas a Andresito con el tipo ese. Mala mujer. Con lo rico que es... digo, que está tu marido! - Cuando a la Cotilla le entra en la mollera el tema del, para el resto del mundo, ficticio Pascual, hay que echarle de comer aparte.


viernes, 25 de septiembre de 2020

Bendito chinchón.

 Pascualita está inaguantable. Furiosa como el viento que azota Palma. Y lo único que la calma es el chinchón así que, cada dos por tres, le echo un buen chorreón a la olla exprés para que deje de pensar en imposibles Lunas de Miel con sirenos atléticos y sandungueros en las profundidades marinas.

La abuela ha venido a verla. En cuanto ha entrado ha olfateado. - Me tiene tan preocupada el problema de mi preciosa sirenita... - ¡¿?! (alucino en colores) - que se me ha estropeado el olfato ¡Huelo a chinchón! 

Iba a responderle cuando ha entrado la Cotilla a paso de carga, pasillo adelante: - ¡Avemariapurísimaaaaa! ¡Hummm, que bien huele! (y se fue a por una copa) ¿Dónde está la botella? - La he terminado... - ¡¿Tú sola?! (airada, se dirigió a la abuela) ¿Ves por qué es tonta tu nieta? ¡Porque no comparte, la jodía! 

- Lo poco que quedaba lo he echado a la comida. - ¡Si no guisas! - Hoy sí... - ¿El qué? - ¿Me está interrogando, Cotilla? - No señora. Pregunto por el menú. - Fabada asturiana (me salió debido a la costumbre diaria) - ¿Con chinchón?... bueno, no es mala combinación... - ¡Uf!

Pero al pasar junto a la olla exprés - ¡¡¡HAS METIDO EL CHINCHÓN EN ESTA BIRRIA DE ACUARIO DE ALGAS!!! ¡Está locaaaaaaaaa! ¡Que cruz tienes con ella! (gritaba a la abuela mientras corría escaleras abajo)

Creí que la tormenta había pasado pero no. La abuela se dio cuenta de que Pascualita no se movía. - ¡¡¡LE HAS PROVOCADO UN COMA ETÍLICO, BOBA DE CORIA!!!

Me ha obligado a hacerle el boca a boca a la medio sardina y todavía tengo pegada a la garganta, la peste a pescado podrido de su aliento... ¡AAAAHG!

jueves, 24 de septiembre de 2020

Va de inauguraciones.

 He pasado junto a la tienda de los chinos del señor Li y está atestada de gente. Y solo quieren una cosa: banderas. Cuanto más grandes, mejor. Con lo flaco que ha sido siempre éste hombre y hay que ver lo orondo que se ha puesto de gozo al ver como crecen los billetes en la caja registradora.

Desde que los de la Capital han puesto de moda inaugurar cualquier cosa, la ciudadanía, que está a dos velas de celebrar acontecimientos por culpa del coronavirus dichoso, se ha apunta a un bombardeo con tal de lucir palmito, beberse unas birras en buena compañía, guardando las distancias siempre. Y echarse unas risas. 

Y para ello necesitan banderas. A pesar de que los políticos madrileños no colocaron ninguna para hacerse la foto de la inauguración del bote dispensador de gel hidroalcohólico en uno de los Metros de Madrid. Y mira que había mogollón de banderas en el Ayuntamiento el otro día. Que derroche, que poderío y después, si te he visto no me acuerdo. ¿Dónde estarán?

Me he acercado, a prudente distancia, para oir de qué hablaba la gente que guardaba cola: - Pues yo quiero la bandera porque me han alicatado el aseo y quiero hacer una inauguración de postín. - Diga usted que sí. - Yo la quiero para inaugurar el dedo del pie derecho... - ¿Se lo han injertado? - ¡Qué va? es que me han quitado un callo que me hacía ver las estrellas y es como si me hubiesen hecho nueva. - A mi marido le he comprado unas pantuflas y las inauguraremos ésta tarde. Vendrán mis hijos y todo...

Pues yo también quiero inaugurar algo. No voy a ser menos que los demás. 

En casa me esperaba la abuela. - "Le he traído otro novio a Pascualita. A ver si éste le dura más" - ¿Ya lo has metido en la olla exprés? - "Todavía no. Me da penita" - ¡Menos mal! así podremos inaugurar el cortejo de la sirena ¿y?... - "Un merluzo vivo" - ¡Anda! No tenemos bandera. - "¡Espera! saca el mantón de Manila de mi abuela, que es guapísimo" - Habrá que cogerlo con pinzas.

Nos hicimos un selfi al meter el merluzo en el agua. Otro cuando Pascualita, ilusionada, se acercó a ver a quien le solucionaría su problemático celo. La abuela siguió haciendo selfis incluso cuando el agua se alborotó  y al final solo quedaron en la olla la sirena, muy cabreada y algunas escamas del merluzo, flotando.