Recibí una llamada extraña: - Yo sel espílitu del Empeladol del País de los Lábanos Dolados. - ¡Anda, que bonito! - Yo no sel bonito. Sel malo de colazón neglo. - ¡Que original! - ¡Tu sel boba de Colia, jopé! Yo quelel que tu dal a mi la Cotilla. - ¿Quiere a la Cotilla? Es usted rarito, eh.
De repente, sin venir a cuento, tuve la impresión de que quién me hablaba era el señor Li ¡Menudo tuno, queriendo dármelas con queso! Decidí seguirle el juego. - ¿Cuánto está dispuesto a darme por ella?
Por el ruido de fondo que oí, al señor Li se le cayó el teléfono al suelo: - ¡¿Cuándo vel tu que espílitus pagal algo?! No tenel dinelo. - Pues no hablemos más. - ¡Mi tenel que hablal! - Pues hable con el señor Li. - ¿Quién sel? ¿tu novio?
Me dio un ataque de risa: - ¡¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA!!! ¡QUE ESPÍRITU TAN GRACIOSO JAJAJAJAJAJAJAJAJA!
El espíritu del Emperador del País de los Rábanos Dorados estaba más enfadado que un mono. Gritaba que iba a mandar contra mi a todos los demonios de su corte y un montón de cosas más. Yo no podía parar de reir. Me gustaba ese tipo para papá del bisnieto de la abuela.
Llamaron a la puerta. Abrí mientras me secaba las lágrimas. - Hola. ¿estal aquí la Cotilla, nena? - ¡Señor Li!... (no entendía nada) ¿desde dónde me ha llamado? - De la puelta ¿No velme ahola? ¡Que cluz tenemos contigo!
Por el rabillo del ojo vi como Pascualita se sumergía hasta el fondo de la pila de lavar del comedor y se encerraba en el barco hundido. - Vaya...
No hay comentarios:
Publicar un comentario