Encendí la tele para dormir un ratito antes de comer ... ¡Y no pasó nada! La pantalla siguió como si no le hubiera dado una orden.
Con el mando en ristre toqueteé todos los botones sin ton ni son. - ¡Enciéndete, jodía! - Pero la tele siguió sin darse por aludida. Recordé haber leído una fábula en el colegio, sobre un burro que encontró una flauta en el campo, por casualidad y, trasteándola, sopló y la flauta sonó, por casusalidad. ¡¿Y qué si fue casualidad o virtuosismo?! La cuestión es que sonó y el borrico pasó a la Historia. ¿Voy a ser menos que un burro? (me pregunté desde un incipiente histerismo)
Dos horas después estaba en las mismas. Y sin comer la fabada de bote.
Entonces recordé que no estaba sola en aquella casa. Me puse en jarras, aclaré mi voz y solté un sonoro: - ¡¡¡¿QUIEN HA TOCADO LA TELEEEEEEEEEEEEE?!!!... ¡¿NADIEEEEE?! - ¡¡¡QUE DE UN PASO AL FRENTE QUIEN HAYA SIDO... O AQUÍ ARDERÁ TROYA!!!.
No salió, él o la ,cobarde... Iba a soltar unos cuantos tacos cuando sonó el timbre de la puerta. - Sin dejar de gritar abrí y me encontré con Bedulio el Municipal, bloc de multas en mano. - ¡¿QUÉ PASAAAA?! - Esta vez se te va a caer el pelo, nena: Por querer dejar sordo a la Autoridad. Por tener al vecindario sin poder oír la tele. Por las grietas salidas en las paredes de algunas casas. Por ... - ¡No funciona la tele, Bedulio! ¡¡¡NO FUNCIONA!!! (las lágrimas salían de mis ojos en modo aspersor)
De repente alguien me susurró: - Bisss, bissss... - Era mi primer abuelito, llegado del Más Allá donde estaba probándose un nuevo sudario de Cocó Chanel que le sentaba como un guante, para decirme: - Nena, la tele está...DESENCHUFADA
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