La algarabía que han montado los gorriones que viven en el árbol de la calle ha llamado mi atención: - ¿Qué pasa, vecinos? ¿A qué viene tanta escandalera? - Están comiendo a dos carrillos. Tienen la boca llena, por eso no pueden hablar (explicó el árbol)
Los comensales de la Santa Cena abrieron ojos y orejas para enterarse bien sobre qué tecla tocar para poder aprovechar y comer ellos también. - ¡Son mosquitos! - El árbol tuvo que gritar para hacerse oír. - ¿Seguro? Pues va a ser que NO vamos a comer eso.
De la cocina llegó la voz de Pepe el jibarizado: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - Tiene razón Pepe. - Yaaaa... pero no es lo mismo pan que mosquitos...- Mi primer abuelito había traducido el refrán dicho por Pepe: .Donde hay hambre no hay pan duro.
- ¿A qué viene tanto mosquito? - A una subida del calor, supongo... ¿Qué,, los probamos?
Algún comensal se hizo el remolón pero la tentación y sobre todo,el hambre canina, pudieron más y dejaron entrar a los mosquitos en el cuadro donde fueron recibidos por doce bocas dispuestas a todo.
Más tarde hubo conatos de arrepentimiento. - No debimos haberlo echo... - No puede ser pecado porque un mosquito no es un pollo...
Pascualita, persiguiendo a una nube de mosquitos que revoloteaban en el cuadro, acabó con ellos, cansada de sufrir picaduras, llenándose la boca con ellos y tragando agua de mar de la pila de lavar del comedor. Unos sonoros eructos dieron fe de lo bien que les había sentado, a todos, la comilona.
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