Al pasar junto a la puerta del cuarto de la Cotilla, me pareció que allí se estaba originando una pelea. Estuve a punto de llamar a la puerta pero la prudencia me echó para atrás: - ¡Quieta, parada! (me dije) que lo mismo es la Mafia china del barrio y me montan un pipote
.El escándalo era impresionante. Por supuesto que los vecinos, que parecen estar siempre de vacaciones, preguntaban hasta por el número de la lotería que tocó en el primer sorteo que se hizo. - ¿Qué pasa en tu casa, nena? - A mi no me pregunte que no me agrada hurgar en la vida de los demás. Aunque, si quiere saber la verdad, saque una latita de berberechos, unas birras, pan del día... ¿No querrá que yo lo ponga todo, vecino.? - ¿Qué pone usted, si puede saberse? - La historia y las ideas.
Total, que la idea cuajó y me invitaron al piscolabis porque soy la dueña de la casa.
Las conjeturas salieron a relucir: - Por lo que llevo oído desde hace horas... en ese cuarto se pelean un cocodrilo contra un hincha del Atlético Baleares... - ¡Avemariapurísimaaaaaaaa! (La voz de la Cotilla se escuchó alta y clara) ¿Qué hacéis en mi cuarto? - ¡Ni lo hemos pisado, señora!
La vecina entró en su habitación dejándonos boquiabiertos su enorme valor al hacerlo sin arma con la que defenderse. El PAPAM de la puerta al cerrarse nos dejó con el corazón en un puño. El silencio nos rodeó.
La Cotilla iba agrupando camisetas del Baleares junto a las de Lacost del top manta, mientras remugaba sin parar: - ¡Dichoso gato del demonio!S¡Si te cojo comeremos, conejo con cebolla!!! El pastel, para mañana.
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