Estamos en noviembre y la tropa que vive en mi casa empieza a acercarse a la cocina. ¿Acaso ya tienen frío? No, pero lo tendrán. Es cuestión de tener un buen sitio para cuando llegue el invierno.
El único que tiene el sitio reservado es Pepe el jibarizado. Siempre hay quien se queja pero lo cierto es que el único que pasa todo el verano en la cocina es él. Y Pascualita lo tiene muy en cuenta ¡Buena es ella para éstas cosas!
Las bolas de polvo se esparcen por cualquier rincón y ya se han producido los primeros conatos de violencia entre ellas y las COFRE. La escoba y la fregona no paran de trabajar. También Pompilio tiene su parte de culpa porque va a tal velocidad que levanta todas las bolas de polvo que le salen al paso.
Menos mal que está mi primer abuelito para calmar el ambiente contando o mostrando los maravillosos sudarios creados por los virtuosos de la aguja del Más Allá. Como hoy, por ejemplo. Egipto brilla en el firmamento con toda la fuerza de sus dioses y de su civilización. Para celebrarlo, Pascualita luce una peluca adornada con estrellas fugaces a las que conoce de muchos milenios atrás. Como a la sirena la peluca le tapa media cara, nadie sale corriendo cuando la ven. Las COFRE lo agradecen.
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