domingo, 16 de febrero de 2025

Una lección de cuando aún no existía la Historia, ni se la esperaba.

Mi primer abuelito apareció sobre el jarrón chino que compré, hace poco, en la tienda de los chinos del señor Li. - ¿Qué te parece mi nuevo sudario, nena? - ¡Primaveral! Pero estás dejando el suelo perdido de flores de almendro... - Puede que aquí sea una molestia pero, en el Más Allá, alguno se ha vuelto a morir, ésta vez de envidia. ¡Lo que nos hemos reído Coco Chanel y yo.

- ¿Hablas conmigo, nena? - Me llevé un sobresalto al escuchar la voz de la Cotilla. - No, no... Estaba recordando algo... jejeje - Me extrañó que no se quejara de la "alfombra" floral hasta que recordé que ella no podía ver ni oír nada que no fuese terrenal.

El abuelito llegó con ganas de hablar y yo no tenía nada mejor que hacer que escucharle . Por eso, ahora, sé que los peces como el Adefesio, eran parte de menú de las sirenas cuando aún el mundo se estaba creando. Claro que, en aquellos tiempos los peces eran unos bichos muy grandes.

A estos animales no les quedó más remedio que evolucionar para defenderse de las temibles sirenas. Y les salió un flexo en la frente a las hembras. Claro que entonces no se le llamaba así... - ¿Ah, no? - No. Y no preguntes cual era su nombre porque, después de millones de años, Pascualita no se acuerda. Lo que sí pasó, al verla en tele, fue que su sentido del gusto demostró tener más fuerza que el de la memoria. Por eso estaba tan enfadada. Y alargaba, inutilmente, la mano palmeada para arrancarla de la pantalla de la tele y comérsela... Pero la magia no llega a tanto.

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