domingo, 29 de junio de 2025

Cachondeo nocturno.

Mientras trataba de despertarme de un sueño húmedo, porque me encontraba flotando en medio de un mar en calma y no quería salir de allí, una flecha helada vino a chocar justo en medio de mi sueño haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo al tiempo que, desde las profundidades marinas, surgía un grito desgarrador acabado en ¡la madre que te parió, Pascualita!

Menudos despertares me da el puñetero bicho antiantianatiantiiiiiiiiiiiidiluviano. La tiparraca no tiene una idea buena. Es más, está encantada. 

Lo del sueño húmedo viene porque estos días hace mucho calor y antes de acostarme cierro puertas y ventanas, pongo el aire acondicionado y me duermo como un bebé hasta que... empiezo a sudar como si no hubiera un mañana. 

Como una zombi camino entonces pasillo adelante, dejando un rastro de sudor hasta llegar al aparato del aire acondicionado. ¡Está apagado! Mientras me acuerdo de la madre que parió a   la Cotilla, lo enciendo de nuevo. Vuelvo sobre mis pasos, patinando con mi sudor, y trato de dormir de nuevo. Esta historia se repitió varias noches hasta que, harta, aporreé la puerta del cuarto de la Cotilla que no se abrió porque no estaba en casa sino a sus trapicheos.... Entonces ¿quién apaga la aire acondic...? ¡La sirena!

Desde que la descubrí me paso la noche encendiendo, una y mil veces, el aire acondicionado. Las ojeras me llegan a los pies de no descansar. Pero ella, la medio sardina, está como una rosa y encantada de haberse conocido. Anda que... 

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