Entré en la Librería de Segunda Mano para echar la Primitiva como todas las semanas. Y como siempre también, me hice la misma pregunta: - ¿Hoy toca que me toque? - y me dediqué una sonrisa sardónica.
Desde la cola echaba una ojeada a los títulos de los libros colocados en las nuevas estanterías. El hombre que iba delante de mi levantó un brazo para coger uno que le llamó la atención y sin querer tiró el libro que estaba al lado.
Me había gustado su portada: la Pirámide de Kefrén o Jafrá. Pensé: - Si me toca "algo" lo compraré.
El hombre que me precedía se vio apurado entre el libro que había elegido y el "egipcio" que no había manera de que aguantara la verticalidad. Alguien dijo: - Este libro se quiere ir jejejejeje - Sí (dije yo) A Egipto.
Entregué mi boleto y escuché la voz de Tomeu: - Te han tocado nueve euros. ¡Es una premonición! Tienes que llevártelo - Puesta de puntillas, me hice con la antigua pirámide y pagué tres euros con cincuenta. Ahora el libro está en su salsa junto a los otros de mi estantería que hablan de tiempos remotos.
- ¡Nenaaaa! Calla que no oigo la película. - La Cotilla estaba en el sofá de la salita, tumbada de lado cual una Cleopatra de tres al cuarto. Pascualita, dormía en mi regazo una siesta reparadora sin que la vecina la viera porque ¡estaba tapada con el libro de la Pirámide!
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