viernes, 13 de junio de 2025

Todo sea por socializar...

La abuela me ha dicho que tengo que socializar con gente de mi edad. Por eso, esta mañana he bajado, con Pascualita, al bar de abajo a desayunar. Sentada a una mesa desde donde se domina todo el local, esperé que ocurriera "algo" Y vaya si ocurrió.

La sirena, colocada en mi escote, aguantó, estoica, mis palabras: - Mira ese joven que entra... ¿Te gusta para mi? Huy, si no ha cumplido los veinte... ¡Mira, el repartidor de cerveza! Este está más echo... ¿Qué te parece?... ¡Huy, que viene, que viene! - ¿Hablas conmigo, guapa? ¿nos conocemos?

No tuve tiempo de contestar porque el del bar me puso el café con leche que había pedido, en el sitio exacto para que la sirena saltara a la taza dando un salto prodigioso, y entrando en ella tras dar tres saltos mortales con tirabuzones incluidos, "bautizando" al de la cerveza de arriba abajo. El pobre no supo de donde le venía la ducha caliente que acababa de recibir.

El dueño del bar, dio media vuelta al escuchar el grito del hombre. Al ver cómo había quedado, pensó que se lo había tirado yo por venir a molestarme. - ¡Fuera de aquí, idiota. No molestes a las clientas!

Todo fue tan rápido que nadie vio a la medio sardina entrar en mi escote de nuevo.  

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario