Esta mañana Pascualita ha tenido que hacer de "corta fuegos" para que pudiéramos entrar en la cocina a desayunar porque el suelo de casa estaba atestado de bolas de polvo. - ¡¿Pero qué es estooooooo?! - dije en cuanto puso un pie en el suelo y éste no estaba frío y, encima, con pelo.
Llamé a la sirena a voces. - ¡No puedo salir, Pascualita! ¡No podremos desayunar! ¿De dónde sale tanta bola de polvo? ¡¡¡Socorroooooo!!! ¡Quiero mi cola cao!
Presa de un ataque de ansiedad, gritaba como una loca, cosa que repercutió en los vecinos que no querían despertarse tan temprano pues aún no habían puesto las calles. De repente, todas las ventanas de la calle se iluminaron como por arte de magia y se llenaron de siluetas protestonas y amenazantes.
A todo esto, la sirena, a la que le gusta todo y todo le sienta bien, había empezado a comer bolas de polvo abriendo un pasillo por dónde ella pasaba reptando y con la boca abierta. ¡Hasta en el cuadro de la Santa Cena entraron las dichosas bolas y hasta allí entró la voraz Pascualita!
Ahora estamos desayunando en santa compaña, la medio sardina, Pepe el jibarizado y yo
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