Mientras mirábamos la tele, porque no teníamos nada mejor que hacer, los personajes de casa y yo nos íbamos adormeciendo. El comensal de la Santa Cena, que no sabe qué hacer con sus treinta monedas que ya no son de curso legal, propuso que siguiéramos, con sumo interés (cada vez es más repipi) la reunión de Presidentes de las Comunidades Autónomas.
Hubo sus más y sus menos. - Será un tostón (dijo la parte exterior de la Cristalera del balcón) - Claro, como no puedes ver la tele ¡pero yo sí! (gritó su hermana interior) - La Escoba y la Fregona, llevadas por el sopor del calor, dormitaban en una esquina de la salita pasando olímpicamente del televisor cuando la voz de mi primer abuelito, las espabiló.
- Para una cosa que os ofrecen gratis, ni lo miráis (se le notaba enfurruñado) Es que, si no pagáis, no os parece bueno ¿verdad? - ¡Oh, que sudario más despampanante llevas hoy, abuelito! - ¿De verdad te gusta, nena? La seda es salvaje ¡Fíjate que alguno de los gusanos aún están haciendo los capullos! - Ya sabía yo que, tocando el tema de los sudarios de alta costura, a mi abuelito se le pasa el enfado.
- Nena, aprende de la profesora. Aunque no lleva chandal ni zapatillas de deporte, no por ello deja de hacer su gimnasia mañanera... ¡Mírala! Aúpa... se da un garbeo de aquí hasta allí. Media vuelta. Así hasta que toma la palabra otro Presidente y entonces, la profesora inicia el garbeo... o no. Tengo que enterarme bien de las normas... ¡Mira, vuelta a empezar ¡Hale hop! ... Ahora, en cambio, ni se menea en su silla. ¡Venga, que esperáis para imitarla!
Pascualita, que pasa de todo, se ha zambullido en la pila de lavar del comedor haciendo un montón de saltos mortales que han dejado el suelo inundado y la pila, vacía.
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