Han pasado dos semanasa desde la llegada del Huevo y han pasado cosas. Por ejemplo: no he visto a Bedulio ni por mi calle ni por ningún rincón del barrio. El día que me crucé con dos Municipales, se cambiaron de acera. - Quise acercarme a ellos y gritaron: ¡Vade retro, Satanás! y salieron por pies.
Por otra parte, el Huevo, que sigue en el alcorque del árbol de la calle, donde lo dejó Bedulio cuando supo que mi primer abuelito estaba en el cochecito. Inesperadamente, éste se multiplicó y ahora hay seis huevecillos, tamaño huevo de zurzir calcetines.
La Cotilla ya les ha echado el ojo: Me llevaré dos al trapicheo de ésta noche y lo que gane lo repartiremos a medias. - ¡Ni hablar! Hasta que no sepamos quienes son los padres, no se tocan.
He tenido una "charla" con Pascualita y el platanero: - Algo debisteis ver la noche que dejaron el Huevo en el balcón. Sois unas chafarderas y no es os escapa nada. - Ambas coincidieron en que, esa noche tuvieron un sueño muy profundo.
Las puse como hoja de perejil pero no se bajaron del burro.
Cansada de sudar y de escuchar mentiras, me tumbé en la cama y mientras me entregaba a los brazos de Morfeo me pareció escuchar: OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO
¿... Pepe...?