He recibido la llamada de Andresito, marido ricachón de la abuela, o sea, mi segundo abuelito. - Nena, creo que tienes un recuerdo de mi familia - ¡¿De la Momia?! ¿Qué se supone que es? - Un boá. - ¡Ostras!... El caso es que descubrí uno el otro día. Estaba guardado en el cantarano menorquín de la abuela... - Mi madre quiere verlo.
Rodeado de un clamor de pitos, el rolls royce tomó posesión de "su aparcamiento oficial" desplazándose como un portaviones en la bahía. Mi bisabuelastra, cargada de años, me dijo: - ¡Quiero verlo! - Espera, mamá. No seas ansiosa. Descansa primero. - Ayudé a sentarla en la butaca de la salita al tiempo que, susurrando, dije: - Sobre tus hombros...
Vi como se le iluminaba el rostro, que ya era casi transparente, mientras acariciaba a mi primer abuelito.
Me costó mucho encontrar el boá. Finalmente lo vi en el fondo de la pila de lavar del comedor - ¡Huy, se me debió caer y ahora está chorreando. Bueno, mientras se seca tomaremos unas copitas de chinchón on the rocks ¿Qué te parece?
Andresito no dijo que no. Y menos viendo que su madre se había traspuesto. Casi una botella después nosotros también nos dormimos.
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