No hay quién tosa a Pascualita desde que sabe que es la única que tiene un coche-huevo... aunque esté estropeado. Todos los días lo saca de la pila de lavar del comedor y lo pone al sol del balcón a seca. Para esto me necesita.
El primer día que quiso hacerlo sola todo fueron golpes: de la pila de lavar del comedor pasó a la silla ¡PAM!. De ésta al suelo ¡PAM!. Arrastrarlo hasta el balcón ¡PAM!, ¡PAM!, ¡PAM. ¡PAM! y ¡PAM!. Sacarlo al balcón ¡PAM¡ ¡PAM!. La misma "melodía" y el esfuerzo que supuso, físicamente, para alguien que tiene toooooooooodos los años, habidos y por haber de éste mundo, sonó a la vuelta.
Reflexionó sobre el caso que nos ocupa y decidió que se portaría bien conmigo el tiempo que considerase necesario ... Durante tres días se contentó con guiñarme un ojo cada vez que nos encontrábamos. Pensé que le había entrado algo y quise ayudarla pero una sonrisa de tiburón en su cara me convenció de lo contrario - ¡Que se lo mire su padre! - fue mi sentencia irrevocable.
Los demás personajes de casa se mueren de envidia. El que más es el árbol de la calle - Pero si es un trasto viejo (le dije) ¿Para qué lo quieres? - ¡Para comérmelo! ¡Necesito hierro después de soltar el polen y ahora, las hojas muertas!
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